El Museo Picasso Málaga explora la relación del pintor con la fotografía
Si algo caracteriza a Picasso como artista es que fue un creador insaciable. Su prolongada vida discurre paralela a su prolífica obra, creaciones para las que se sirvió de cualquier medio técnico o expresivo, revolucionando sus límites y explorando nuevos campos, como el de la escritura poética, los objetos encontrados y, por supuesto, la fotografía.
Picasso se sintió atraído pronto por este campo, registrando fotográficamente casi la totalidad de su obra en su estudio. Según Anne Baldassari, directora del Museo Picasso de París y autora del libro Picasso photographe 1901-1906, las primeras instantáneas que se pueden considerar obra de Picasso datan de 1901, como Autorretrato en el estudio, donde su figura con sombrero de copa aparece sobreimpresa ante sus cuadros colgados en la pared.
Esta inicial relación amateur con la fotografía se tornaría unos años después en algo más serio. La entrada en la vida del artista malagueño de fotógrafos como el estadounidense Man Ray -quien lo fotografió desde 1923 en París- y su colaboradora Lee Miller, y algo más tarde de Brassaï y su compañera Dora Maar, también fotógrafa, en la década de los años treinta, hicieron que Picasso se tomase más seriamente la fotografía como medio de creación. En este campo, su proyecto más conocido es la carpeta titulada Diurnes (1962), una serie de découpages realizados por Picasso sobre fotografías de su amigo el francés André Villiers.
Man Ray, Brassaï, Cartier-Bresson, Richard Avedon, Robert Capa y Doisneau firman algunas de las instantáneas
Y aunque a Picasso nunca se le oyó referirse a la fotografía como un arte sí supo explotar como nadie otra vertiente de esta: la que le convirtió en el primer artista moderno, en un icono del siglo XX. El malagueño no dudó en abrir las puertas de su casa y de su estudio a grandes nombres de la fotografía del pasado siglo, profesionales que encumbraron su figura en la naciente sociedad de la comunicación de masas.
Estas dos facetas se abordan en Conmigo, yo mismo, yo, la exposición que hasta el próximo 10 de junio acoge el Museo Picasso Málaga (MPM). La muestra, organizada en colaboración con el Museo Ludwig de Colonia (Alemania), reúne 166 instantáneas de 34 fotógrafos, entre los que se hallan figuras como Man Ray, Brassaï, Henri Cartier-Bresson, Richard Avedon, Robert Capa, Robert Doisneau, André Villers o David Douglas Duncan.
«Que esos ojos humanos –de pintor y fotógrafos- acabaran encontrándose parece inevitable: el resultado del encuentro es ya historia del arte y de la cultura», explica Kerstin Stremmel, comisaria de la exposición.
Junto a célebres iconos fotográficos como las instantáneas de juventud realizadas por Man Ray en los años treinta o las realizadas por Douglas Duncan y Lee Miller en su villa La Californie de Canes (Francia) a mediados los años cincuenta, la muestra exhibe muchas instantáneas casi desconocidas, como las correspondientes a su juventud parisina, obra de su amigo Jean Cocteau, o las casi surrealistas que firma la que fue su pareja durante nueve años, Dora Maar.
«El abanico temático de las imágenes va desde los clásicos retratos del artista en su taller, como los que realizó en un formato sereno y casi monumental el antiguo escultor Michel Sima, hasta las vistas de obras de interiores, como el conjunto de las de Brassaï, que componen una exacta visión total, pasando por las instantáneas de playa del amante padre de familia rodeado de su prole o las del artista comprometido políticamente y en compañía de sus correligionarios», señala Stremmel, quien resalta la «indiscutible fotogenia de Picasso» y su saber hacer a la hora de manejar «a creadores tan renombrados» que accedieron a retratarlo: «Como reacción al creciente interés por su persona, Picasso se convirtió en director –además de atrezzista y actor- de sus fotos: en un precursor de la escenificación mediática llevada a cabo por Andy Warhol», concluye Stremmel.](Periodico español El País)