Muchos teóricos han propuesto explicaciones para la paradoja de Fermi, según la cual si el Universo es tan vasto ya deberíamos haber contactado con civilizaciones alienígenas, si las hubiera
Por: ABC
La paradoja de Fermi, que hace honor al físico Enrico Fermi, se plantea la aparente contradicción de por qué hasta ahora no hemos encontrado ninguna huella de vida alienígena inteligente si las evidencias sugieren que deben de existir miles de civilizaciones solo en la Vía Láctea.
Hay miles de millones de estrellas en nuestra galaxia similares al Sol, algunas son más antiguas que nuestro Sistema Solar y algunas probablemente tienen planetas parecidos a la Tierra. Por eso sería de esperar que en alguno de estos rincones, aparte de en otros muchos totalmente distintos, se hubiera desarrollado vida inteligente.
Si es así, en algunos casos esto habría llevado al desarrollo de civilizaciones capaces de hacer viajes interestelares. Por eso, se supone que la Vía Láctea podría ser atravesada en solo millones de años por extraterrestres a bordo de naves. A causa de esto, Fermi dijo: «¿Dónde está todo el mundo?». ¿Por qué nadie ha llegado a la Tierra?
Para muchos teóricos, la paradoja de Fermi no es tal, por múltiples motivos. Quizás Fermi, como físico que era, se dejó llevar más por el peso de los números que por la riqueza de la realidad a la que aludía. De hecho, los científicos han propuesto con los años muchas respuestas a la pregunta de por qué no hemos establecido contacto con extraterrestres.
Estamos demasiado lejos
La primera explicación, y quizás la más sencilla, es que quizás estamos demasiado lejos. La estrella más próxima a la Tierra está a cuatro años luz. Por eso, harían falta 40.000 años para viajar hasta allá con naves espaciales similares a las actuales. Esto implica que la mayoría de las estrellas, que están mucho más lejos, están sencillamente en un margen de tiempo de viaje que supera con mucho los 10.000 años de extensión de la historia humana (y, por tanto, los 200 de la era industrializada o los 70 de la exploración espacial). Quizás sencillamente no hemos existido lo suficiente (y quizás nunca lo hagamos) como para ser más que un suspiro en la escala del tiempo cosmológico y para poder establecer contacto.
De hecho, si dos civilizaciones están a miles de años luz, podría ocurrir que una o ambas desaparecieran antes de poder establecer un diálogo. Incluso en el caso de que establecieran contacto, podría ser que la comunicación fuera imposible, y que la respuesta llegara cuando la otra cultura ya fuera polvo y cenizas.
Muchas veces, también se da por sentado que el viaje interestelar es posible. Pero, ¿y si no lo fuera? Quizás las distancias interestelares son una barrera natural para la expansión de las civilizaciones. Quizás la colonización de mundos y sistemas solares es tan lenta y dificultosa que conlleva una fragmentación de dichas civilizaciones en cada mundo habitado, creando grupos aislados desde ese momento. También puede ser que viajar sea tan caro que resulte más eficiente enviar señales que no se pueden captar fácilmente desde la Tierra, porque no somos los receptores deseados.
Sea como sea, esto abre dos interesantes puertas: es posible que se puedan detectar evidencias arqueológicas de civilizaciones extintas. También es posible que la señal o la sonda de alguna de ellas esté viajando hacia el Sistema Solar ahora.
Los extraterrestres no viven en la superficie
Durante las últimas décadas, las sondas han revelado que los océanos subsuperficiales de mundos fríos e inhóspitos son un potencial hogar de formas de vida. La zona de habitabilidad, esa región «templada» donde la radiación solar permite que haya agua líquida en superficie, ya no es tan determinante. Sencillamente, puede haber vida en cualquier otro lugar donde haya agua subterranéa.
Allí, estaría a salvo de la radiación, las atmósferas tóxicas y de explosiones de supernova demasiado cercanas. Por desgracia, esto implica que probablemente sería muy difícil detectar estas formas de vida con telescopios y receptores, a no ser que ellos quieran. Pero, si hubieran vivido bajo el hielo durante miles de años, ¿tendrían por qué saber que encima de sus cabezas existe un Universo repleto de estrellas?
Exceso de equipaje
Fermi daba por sentado que el viaje espacial era posible y relativamente sencillo. Pero, ¿qué pasaría si una civilización viviese en una supertierra, con una gravedad aplastante, al menos diez veces superior a la nuestra? Según varias investigaciones, la consecuencia es que permanecerían vinculados a ese planeta de forma permanente. El lanzamiento de satélites y de naves más pesadas sería sencillamente imposible, salvo que desarrollasen algún tipo de ingenio tecnológico que no podemos imaginar para superar este escollo.
Los aliens son máquinas
Desde que se construyó el primer ordenador, en 1945, la humanidad ha avanzado enormemente hacia el desarrollo de máquinas cada vez más avanzadas. La inteligencia artificial es hoy en día un campo en plena ebullición. Según Seth Shostak, futurista y director del Instituto de Búsqueda de Vida Inteligente (SETI), podría ser que esto haya llevado a que civilizaciones de seres biológicos hayan sido sustituidas por máquinas inteligentes.
Por eso, sugiere Shostak, quizás no solo deberíamos buscar mundos habitables, sino lugares atractivos para las máquinas. ¿Cuáles son estos? Según él, sitios repletos de energía, como el centro de las galaxias, o el entorno de estrellas. «Estamos buscando análogos de nosotros mismos», ha dicho Shostak en Livescience.com. «Pero no creo que la mayoría de la inteligencia del Universo sea así». ¿Cómo serían las máquinas creadas en planetas con una composición diferente a la terrestre, con distinta gravedad o una estrella más tenue el centro de su sistema solar?
Se destruyeron a sí mismos
El excesivo crecimiento demográfico, la masiva producción de contaminación, los daños sobre el medio ambiente y, por último, el cambio climático, pintan un futuro poco esperanzador para la humanidad. ¿Podría esto ocurrirle a otras civilizaciones industriales?
El astrofísico Adam Frank diseñó un modelo matemático para tratar de responder a esta pregunta. Teniendo en cuenta las fuentes de energía disponibles, y conocidas, simuló cuatro escenarios de evolución social. Tres de los cuatro llevaron a un colapso y la mayor parte de la población desapareció. En un cuarto, estos «hombrecillos verdes» se apuntaron al tren de las energías renovables. ¿Y qué hay de formas de energía más avanzadas y sostenibles, como la fusión nuclear u otras desconocidas hoy en día?
El Universo es demasiado inestable
Aparte de la posible torpeza de destruirse a uno mismo, también puede ocurrir que te destruya el propio Universo. Asteroides, estrellas moribundas, supernovas, erupciones volcánicas… La naturaleza puede acabar de un plumazo con cualquier orgullosa civilización.
«La vida puede ser rara en el Universo no solo porque es difícil que comience, sino porque también es difícil mantener los hábitats estables durante los primeros miles de millones de años», concluyó un estudio de la Universidad Nacional de Australia.
Nosotros somos alienígenas
¿Y si resulta que la vida terrestre, tuviera un origen extraterrestre? Según la teoría de la panspermia, podría ser que ciertos microbios viajasen a través de asteroides procedentes de otros mundos. La pregunta es también, ¿podría la vida dispersarse no solo de planeta a planeta, sino más allá de sistemas solares? ¿O son estos las «células» donde los ladrillos de la vida se combinan y pueden evolucionar, en ciertas ocasiones?
La vida es más rara de lo que pensamos
Solemos asumir, por lo que observamos, que la Tierra es un planeta rocoso, como otros muchos, en la «sombra» de una estrella amarilla y mediocre. Pero una hipótesis alternativa, llamada «la hipóteis de la Tierra excepcional», sostiene que quizás no estamos viendo con claridad lo que ocurre. Quizás una suma de casualidades hacen de la Tierra un lugar sumamente excepcional. Tanto como para la que la vida extraterrestre sea más rara de lo que pensamos y, por tanto, más improbable contactar con ella.
Esta hipótesis sostiene que una serie de factores fortuitos, que son indispensables para el desarrollo de la vida y nuestra civilización, quizás no son tan fáciles de reproducirse en otros rincones de la Vía Láctea. Entre estos, hay todos los que uno pueda imaginar: en el desarrollo de la civilización ha influido que el Sol esté en la zona de habitabilidad de la Vía Láctea, a salvo del núcleo galáctico. En el Sistema Solar, para nosotros es clave la presencia de un planeta tan gigantesco como Júpiter, que con su gravedad nos guarda del impacto de residuos y asteroides.
También es importante el tamaño concreto de la Tierra y de su luna, que determinan multitud de cosas, como la aparición de una magnetosfera, la tectónica de placas o el fenómeno de las mareas. ¿Influye que en el cielo el Sol y la Luna tengan prácticamente el mismo tamaño?
La química característica de nuestro planeta y la frecuencia de fenómenos como glaciaciones, choques de asteroides y cometas es tal que ha marcado la evolución de la vida pero sin llegar a extinguirla. Pero, ¿será así en otros lugares? ¿Con qué frecuencia?
Además, la evolución de la vida está marcada por importantes sucesos que aparecieron por azar. ¿Con qué frecuencia ocurrirán en otros lugares estos eventos u otros que sean tan determinantes para la aparición de vida compleja y las civilizaciones? Sin la oxigenación de la atmósfera por parte de microbios, el desarrollo de las células eucariotas, la explosión del Cámbrico o la extinción de los dinosaurios, la humanidad jamás habría aparecido.
¿Y si no somos capaces de escucharlos?
La mayoría de los sistemas de búsqueda de vida inteligente rastrean estrellas similares al Sol. Pero, ¿y si están en otro lugar? Además, ¿cómo podemos saber cómo son las señales alienígenas? Podrían emitir a tasas extremadamente elevadas o bajas, quizás usando frecuencias o códigos que harían que nos pasasen desapercibidas o que nos parecieran ruido.
Según SETI, con un radiotelescopio tan potente como el Observatorio de Arecibo, con sus 305 metros de diámetro en el plato receptor, solo sería capaz de captar ondas de radio y televisión a distancias de 0,3 años luz, una distancia insuficiente para abandonar el Sistema Solar.
Otra cosa sería que las señales enviadas por otra civilización estuvieran limitadas a un rango estrecho de secuencias y dirigidas a un punto concreto. En ese caso, la distancia a la que se captarían sería de cientos o miles de años luz. Pero, ¿cuán extenso es el espacio? ¿Por qué motivo apuntarían hacia aquí y gastarían su energía en hacerlo?
Otra opción es que las radiofrecuencias fueran un medio primitivo para transmitir información y que prefiriesen usar otros métodos, desconocidos por nuestra civilización a día de hoy.
No son muy comunicativos
Solemos dar por sentado que las civilizaciones alienígenas serían sociales y sociables. Pero, ¿y si vivieran como las abejas, formando un enjambre¿ ¿Y si hubieran trascendido una forma física y creado una inteligencia artificial global? ¿Y si habitaran en una realidad virtual, alimentada por la energía de las estrellas?
Otra opción es que los alienígenas nos parezcan tan alienígenas que no puedan comunicarse con nosotros. Quizás no comparten las matemáticas, o su lenguaje matemático (por no hablar del literal) es incompatible con el nuestro. Quizás su fisiología o su forma de pensar les impide comunicarse con nosotros. ¿Cómo nos comunicaríamos con seres que carecieran del concepto de individuo o que no se comunicasen por medio de palabras?
En este punto, varias opciones tratan de explicar una situación en la que los extraterrestres son científicos que nos observan, pero que, deliberadamente, no quieren intervenir, para estudiar la evolución de nuestra cultura y nuestro planeta. Pero, aparte de este supuesto interés científico, puede ser que el contacto entre civilizaciones tan distintas sea inherentemente peligroso (solo hay que repasar la historia terrestre), y que prefieran evitar riesgos.
La aparente paradoja de Fermi quizás no es tal, puesto que, a pesar de la inimaginable cantidad de estrellas y mundos que existen, el contacto con civilizaciones extraterrestres podría ser muy improbable por muchos motivos. Aunque algunos han sugerido que ni siquiera estamos preparados para contactar con aligenígenas, pocas preguntas resultan tan apasionantes. ¿Estamos solos en el Universo? Si no, ¿qué espacio ocupamos en esta realidad de escalas tan abismales?