Unas 2.500 personas se reúnen en Barcelona para oír a Rita Segato y Judith Butler
Por Justo Barranco/La Vanguardia
“Ningún barbudo, ningún patriarcón, ha conseguido hacer la revolución. Lo han intentado reiteradamente y no lo han conseguido. Vamos a intentarlo nosotras”. La antropóloga argentina Rita Segato abrió ayer así, rotunda, convencida de que otro mundo es posible y lo traerán las mujeres, su conferencia frente a los cientos de personas que ocupaban ayer a las seis de la tarde la plaza Joan Coromines del Raval, junto al CCCB. Era el inicio de la nueva Bienal de Pensamiento de Barcelona, llamada Ciutat Oberta. Una apuesta personal del actual comisionado de Cultura del Ayuntamiento, el politólogo Joan Subirats, que cuenta con 68 propuestas hasta este domingo –aunque luego habrá otras tantas hasta diciembre– y que, pese a las críticas recibidas sobre si sobran megaproyectos y si hay formas mejores de gastarse el dinero público, ayer demostró de manera inapelable no sólo que interesa al público –la plaza Joan Coromines, atestada de gente sentada y de otra que no pudo encontrar silla, 2.500 personas, parecía un estadio–, sino que hoy son más necesarios que nunca los espacios para sentarse, escuchar, hablar y preguntar… en comunidad, como en las ágoras griegas, pero sin excluir a nadie.
En ese sentido, las mujeres fueron ayer las protagonistas absolutas de las dos conferencias gratuitas que hubo en la plaza Joan Coromines como apertura de Ciutat Oberta, con asistencia incluida de la alcaldesa Ada Colau –antes de ir al premio Planeta– a la charla que mantuvieron las filósofas Judith Butler y Fina Birulés. El sexo y el género, la lucha por cambiar las discriminaciones –desde la huelga del 8 de marzo al #MeToo–y la contrarreacción que se está produciendo en forma de feminicidios y violaciones y el ascenso como setas de líderes políticos casi fascistas, fueron los protagonistas de las casi tres horas que duraron unos debates que muchas veces fue jaleados por un público en el que sorprendentemente abundaban los jóvenes.
La antropóloga Rita Segato, entrevistada por la escritora Gabriela Wiener, fue la primera en abrir el fuego. Primero alertó del evidente auge del fascismo: recordó el “Venceréis, pero no convenceréis” de Unamuno y señaló que “hoy la muerte retorna como propuesta política y convence y persuade”. “Es necesario decir ahora como entonces que preferimos la vida ante la muerte que parece convencer a tantos”, espetó. Y recordó que las revoluciones que se habían hecho en el mundo hasta ahora las habían hecho hombres –barbudos y patriarcones, por patriarcado, los llamó– y que ninguna había funcionado. De hecho dijo que ella no era utópica, que no tenía un punto de llegada en un punto preciso que hubiera dictado un señor alemán en Bruselas –en alusión a Marx–, sino que le interesaba el movimiento.
Segato analizó los tres grandes momentos de la historia en los que la lucha política de las mujeres había sido impedida y señaló que el último fue la llegada de la modernidad y del Estado, que consagró una esfera pública que es el epítome del mundo masculino, relegando a la esfera privada todas las labores y decisiones trascendentes para la comunidad que las mujeres habían tenido en el anterior mundo comunal. La modernidad, dijo, convirtió al hombre en el Hombre, símbolo de la Humanidad. Un mundo que establece al normal y al otro y donde la diferencia es imposible. Unos hombres a los que, dijo, también quiere hacerles llegar la noticia de que sufren el sistema patriarcal, empujados a la violencia y a las guerras. Ante lo cual propuso avanzar hacia un nuevo proyecto que recupere aquellos valores de gestión de la vida en el mundo comunal de las mujeres.
Tras ella llegaron Birulés y Butler, todo un referente mundial de los estudios de género. Birulés habló de las movilizaciones del 8 de marzo y del #MeToo como “muestra de que las mujeres no están dispuestas a ser consideradas víctimas posibles de una especie de patriarcado en crisis ni a renunciar a su libertad”. La estadounidense Butler advirtió que “vivimos un momento de gran reacción contra las luchas del feminismo y los gais y las lesbianas, los feminicidios, el asesinato de gente transexual en muchos países, deben ser entendidos como políticos, no son sólo crímenes misóginos sino antifeministas, una afirmación política contra el feminismo, los derechos de gais y lesbianas, el derecho al aborto, el derecho de los transexuales a vivir una vida libre de violencia. Es una reacción masiva a los pasos que hemos dado”. La reacción a la revolución.