El 23 de febrero de 1997 el Roslin Institute de Edimburgo anunciaba que unos meses antes había realizado la primera clonación con éxito de un mamífero
El 23 de febrero se recuerda en el mundo científico como un particular «golpe de estado». En esa fecha de 1997, el Roslin Institute de Edimburgo anunciaba que meses antes había logrado la primera clonación de un mamífero. La oveja Dolly revolucionó la ciencia al demostrar que era posible reprogramar el material genético de una célula adulta hasta su estado embrionario. Con este experimento se abría la puerta a nuevos tratamientos contra las enfermedades… y a inquietantes dudas éticas.
El padre de la oveja Dolly, el británico Ian Wilmut. dijo que ese experimento «demostró que las células se pueden modificar» y pueden ser estudiadas para eventualmente llegar a entender «enfermedades que aún no comprendemos» y desarrollar una curación.
Ian Wilmut
«Si bien es una exageración afirmar que podemos cambiarlas de la manera que queramos, sí podemos hacerlo de muchísimas formas que eran completamente inimaginables antes de que naciera Dolly», reflexionaba el científico escocés en una entrevista en Efe.
De raza «Finn Dorset», Dolly se llamó en un principio «6LL3», pero el ganadero que ayudó en el parto sugirió su nombre evocando a Dolly Parton. La célula clonada procedía de una glándula mamaria y quisieron hacer honor a los pechos de la cantante de country norteamericana.
Envejecimiento prematuro
En 1999, un estudio publicado en la revista «Nature» sugería que Dolly sufría un proceso de envejecimiento prematuro, al heredar de la oveja donante telómeros más cortos. Los firmantes del estudio apuntaban que Dolly podría haber nacido con una edad genética de seis años, los que tenía la oveja donante de la célula, algo que negó el Roslin Institute, pero a los cinco años de vida, Dolly dio muestras de una variedad de artritis inusual para su edad, lo que volvió a provocar controversia sobre una prematura senectud del animal.
La respuesta fue entonces que la artritis podía haber sido desarrollada tras una caída, o ser una consecuencia directa de las condiciones de vida de Dolly, sometida a la curiosidad científica y sin demasiado espacio donde moverse en el Roslin Institute.
Dolly fue sacrificada el 14 de febrero de 2003, con seis años de vida cuando una oveja vive unos 11 o 12 años, al desarrollar una enfermedad progresiva de pulmón que los científicos desvincularon del hecho de que fuera clonada. Antes llegó a parir seis corderos, demostrando que un animal clonado era fértil y podía tener crías sin problemas.
Hoy el cuerpo disecado de Dolly está expuesto en el Real Museo de Edimburgo y su creador trabaja en el Centro de Medicina Reproductiva (parte de la Universidad de Edimburgo). Wilmut cree que su experimento «fue pionero y abrió el camino a que otros expertos desarrollaran procedimientos encaminados a curar enfermedades en humanos».
El «padre» de Dolly pone como ejemplo a una empresa estadounidense que llevó a cabo cambios genéticos en ganado para que los animales produjeran anticuerpos humanos, lo que consideró «un enorme logro técnico».
«Hay muchas enfermedades que no comprendemos y una manera de estudiarlas para poder fabricar medicamentos es producir animales que tengan esa misma enfermedad», dijo el científico inglés a Efe.
Según un portavoz del Instituto Roslin, el caso de Dolly «proporcionó la evidencia de que el destino de las células no es definitivo: una célula puede ser reprogramada para cambiar su función». Ese concepto, añadió, «ofrece un enorme potencial para avanzar en nuestra capacidad para superar muchas enfermedades». El Intituto Roslin cerró su línea de investigación sobre clonación para centrarse en la mejora genética de animales con la mira puesta en los productos que de ellos se derivan.
Debate ético
Dolly también desató un intenso debate moral acerca de los límites éticos de la ciencia frente a las posibilidades de crear vida por medios artificiales y provocó discusiones acerca de la legitimidad de intentar la clonación de seres humanos o de órganos con fines terapéuticos.
«No es posible clonar humanos; no hay primates clonados. No entendemos por qué, pero hay algo diferente en el desarrollo inicial de los primates que hace que los actuales procedimientos de clonación no funcionen», explicó Wilmut.
A juicio de otro de los científicos del equipo que creó a Dolly, el profesor Alan Colman, el caso de la famosa oveja «subraya la estupidez de aquellos que quieren legalizar la clonación reproductiva» de personas. «En el caso de los humanos -advirtió Colman en 2003- sería escandaloso ir más allá dado el conocimiento que tenemos sobre los efectos a largo plazo de la clonación».
En 2002 el polémico ginecólogo italiano Severino Antinori anunciaba el nacimiento del primer bebé clonado sin prueba alguna, suscitando una oleada de críticas de la comunidad científica.
Hwang Woo-suk
Dos años después, el científico surcoreano Hwang Woo-suk anunciaba en dos publicaciones en 2004 y 2005, que había conseguido clonar un embrión humano y extraer células madre de él para crear tejidos humanos. Su supuesto éxito le llevó a las páginas de las revistas científicas de todo el mundo, pero en 2006 se descubrió que Hwang había falsificado los resultados de sus experimentos.
Un tribunal de Seúl le declaró culpable en 2009 de malversación de fondos y adquisición ilegal de óvulos y condenó al investigador, que había sido considerado un héroe nacional por su supuesta clonación, a dos años de cárcel. No fue a prisión por ser una autoridad en clonación animal en Corea del Sur y porque destinó el dinero a proyectos de investigación, pero quedó por tres años bajo vigilancia de las autoridades. Hoy clona coyotes.(Periódico español ABC)