•Gobernar sin cerrazón
•Veracruz, muy revolcado
ESCALERAS: Casi veintidós meses después de la yunicidad azul, el jefe de la Oficina del Gobernador, Manuel Muñoz Gánem, siempre con un bajo y discreto perfil, resumió en pocas palabras la filosofía política con que el primer gobierno de oposición al PRI ha ejercido el poder público.
«Hoy aquí gobiernan la ley y no el capricho ni la cerrazón.
Por Luis Velázquez/Barandal/Blog Expediente MX
Se gobierna desde la legalidad y no desde el ánimo contestatario.
“Se gobierna para todos y no para unos cuantos» dijo en la guardia de honor ante el monumento a Miguel Hidalgo.
Quizá ningún funcionario del gabinete legal y ampliado ha sido tan preciso y claro como Muñoz Gánem, el tuxpeño que iniciara amistad firme con Miguel Ángel Yunes Linares cuando fue presidente municipal de Tuxpan y luego promovido a director de Turismo, Yunes jefe jurídico del gobernador Rafael Hernández Ochoa, y con quien alcanzara carrera meteórica con seis cargos públicos en menos de un sexenio.
El discurso del tuxpeño fue, además, oportuno, como ha de ser, ahora cuando Veracruz anda tan revuelto en un par de ríos caudalosos.
El primero, el caso de Javier Duarte, quien desde el Reclusorio Norte de la Ciudad de México acusado de delincuencia organizada y lavado de dinero sigue dando sorpresas, como la semana anterior, con ocho propiedades más incautadas, además de las trescientas concesiones de taxis que le fueron retiradas a su hermano Cecil.
Y la segunda, con el botón nuclear que el gobernador electo, Cuitláhuac García Jiménez, ha lanzado contra Yunes, «a tiro por viaje», digamos, como parte de la república amorosa, cuyo ideólogo, AMLO, el presidente electo, ha anunciado la amnistía y el perdón para los carteles, pero nunca, jamás, dijo, para Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quesada y Yunes Linares, a quienes Andrés Manuel López Obrador, trae atravesados.
PASAMANOS: Por eso, Muñoz Gánem fue categórico.
Hay un gobierno que sigue aplicando la ley, pues el duartazgo se excedió en el ejercicio del poder.
Por demás está recordar el manejo irracional del gasto público traducido, por ejemplo, en la creación y recreación de más de cuatrocientas empresas fantasmas para «ordeñar la vaca suiza» del erario.
Lo peor, sin embargo, ha sido que por vez primera en la historia contemporánea Veracruz entró a las grandes ligas de la desaparición forzada a partir de la alianza de los políticos, jefes policiacos, policías y carteles para la desaparición forzada.
En los últimos veintidós meses de la yunicidad, el gobierno azul ha aplicado la legalidad, sin caprichos ni cerrazones, como dijo el Jefe de la Oficina de Gobierno, y como ya van más de cuarenta ex funcionarios y ex servidores públicos detenidos en el penal de Pacho Viejo, los feligreses de la iglesia de Duarte se quejan de una venganza, la venganza de un político como Yunes intenso, más que de la aplicación de la ley y la justicia.
Nunca los duartistas miraron venir el Veracruz anunciado en la campaña electoral de Yunes Linares como candidato a gobernador.
Creyeron, primero, que ganarían con el candidato Héctor Yunes Landa.
Segundo, creyeron, que podrían ganar lanzando a otros aspirantes, como el caso de Gerardo Buganza, quien se bajó del caballo a mitad del río.
Y tercero, creyeron que ganarían, como dijera Héctor Yunes Landa, en su momento, impulsando a Cuitláhuac García.
Los duartista estaban muy seguros de su triunfo en las urnas.
Pero… Yunes Linares les derrotó y lanzó al PRI del palacio de Xalapa por vez primera en ochenta años de hegemonía tricolor.
Por eso, Muñoz Gánem fue tan categórico en su discurso patrio.
Han gobernado, dijo, sin caprichos ni cerrazones.
Los duartistas se les pusieron de pechito.
CORREDORES: El tuxpeño también estableció límites al ejercicio de la tolerancia, ahora cuando en el discurso de MORENA está el perdón anunciado, digamos, para los carteles, pero también para la llamada «mafia en el poder» por AMLO, integrada por la asociación de políticos y empresarios, grandes magnates que acumulan el 60 por ciento de la riqueza nacional, muchos de ellos, incluidos en la lista de Forbes.
«Los que violentan la ley han de ser castigados», dijo Muñoz Gánem, pero de igual manera, ningún funcionario público ni político ha de «permitir que quienes saquean, roban y mienten (caso Javier Duarte, anexos, conexos y similares) caminen libres por las calles».
Manuel Muñoz englobó así los peores males de la caja de Pandora que han fermentado en el país, y por añadidura, en Veracruz.
Y más en una nación donde diecisiete ex gobernadores han estado y siguen en la cancha penal y que en su momento fueron aliados de los carteles, como por ejemplo, en Tamaulipas, donde Tomás Yarrington y Eugenio Flores Hernández terminaron como aliados entregando la entidad federativa a cambio de concesiones millonarias en dólares.
Por el norte, en el duartazgo, entraron los malosos a Veracruz y desde entonces están aquí, proyectando a la tierra jarocha en el primer lugar nacional en feminicidios y fosas clandestinas.
Con bajo perfil, casi casi ministro sin cartera, uno de los políticos más cercanos al gobernador Yunes (sus hijos le llaman tío, por ejemplo), Muñoz Gánem conoce, ha conocido, sigue conociendo más el mundo sórdido y siniestro del poder que desde el duartazgo continúa dando muchas cosas que desear.
Por eso su discurso tan lleno y pleno de significado social.
En pocas palabras, describiendo «el infierno tan temido» que se ha vivido y padece, la herencia fatídica de Javier Duarte como intitulara su primer libro el corresponsal de Proceso, el maestro Noé Zavaleta Vázquez.
BALAUSTRES: Por eso mismo, en el discurso también incluyó un reconocimiento a las Fuerzas Armadas y que en dos ocasiones han sido enaltecidas en el Congreso local.
Ellas, dijo Gánem, «arriesgan su vida en cada momento por el bienestar» de Veracruz, y «son los protectores que nos defienden contra cualquier ataque a los derechos humanos».
Nadie como el jefe de la Oficina del Gobernador tiene el pulso en el día con día y noche a noche de los estragos de la violencia y constituye el vaso comunicante para dar seguimiento a las acciones oficiales.
Un discurso breve, pero puntual y preciso con la autoridad moral de tantos años de servicio en la administración pública.
El tuxpeño que dejó la vida privada como próspero empresario para entregarse por completo a la política.