Por Azahara Mígel |El Futuro es Apasionante/El País
Manel Arroyo
Director General de Dorna Sports
El nombre de Randy Mamola es inolvidable para los aficionados al motociclismo. Compitió en la categoría de 500cc y durante sus 13 años en activo (entre 1979 y 1992) nunca ganó un Campeonato del Mundo. Fue, es cierto, cuatro veces segundo y acabó en lo más alto del podio en varios grandes premios. Sin embargo su personalidad dentro y fuera de los circuitos, así como su espectacular estilo de pilotaje (junto a haber sido el protagonista de la que está considerada mejor salvada en la historia del motociclismo) le han hecho ganarse un lugar en la historia de este deporte. Sin duda fueron sus cualidades como piloto las que llevaron a los responsables de las retransmisiones televisivas del Mundial de Motociclismo a elegir la moto del californiano para ser la primera en llevar una cámara on-board. Fue en 1985 durante el Gran Premio de Holanda. Aquel armatoste pesaba cerca de un kilo y montaba una óptica similar a las utilizadas por cámaras réflex, lo que junto a una voluminosa batería instalada en el depósito de la moto elevaba el peso total del invento a cuatro kilos. Una barbaridad para un deporte en el que cualquier detalle que pueda limitar la velocidad se pule con obsesión por parte de los ingenieros de los equipos. Además, el sistema requería que un helicóptero sobrevolara constantemente las cabezas de los pilotos para captar la señal enviada por la cámara. El estreno -como casi todos los estrenos- tampoco fue muy vibrante: la lluvia cayó durante toda la carrera sobre el circuito de Assen y Mamola se puso muy pronto en cabeza, por lo que la imagen que vieron los espectadores fue bastante monótona. Aun así, aquello era el inicio de algo imparable, tal y como hemos ido comprobando desde entonces.
Lo que empezó como un experimento es hoy la norma en un deporte que debe mucho al espectáculo televisivo.
Manel Arroyo, director de Dorna Sports (empresa que se ocupa de la organización del Mundial de Motociclismo desde 1991), explica que en la actualidad “las motos pueden llevar hasta un máximo de seis cámaras, pero el mínimo en MotoGP son tres”. Y por supuesto las cosas también han cambiado mucho desde aquella imagen retransmitida por Randy Mamola, puesto que hoy se obtienen señales 360º en las que “es el espectador el que decide qué ángulo de visión quiere ver”. Una posibilidad que permite vivir las carreras como si estuviéramos subidos en la moto de Marc Márquez.
Aunque el rugido de los motores de explosión y el olor a gasolina quemada todavía retrotraen a épocas pasadas, el motociclismo ha evolucionado mucho gracias a las nuevas tecnologías. “Ha significado una gran ayuda en muchas facetas -asegura Arroyo-. Una de ellas es la seguridad. Pero sobre todo ha ayudado en hacerlo mucho más popular. Nos ha permitido una manera de llegar al aficionado que gracias a nuestras imágenes ha podido vivir un deporte completamente distinto a lo que habían visto hasta el momento. Hoy en día estamos considerados uno de los deportes con mejor cobertura”. Pero la tecnología no está solo en las retransmisiones: los trajes de los pilotos y las motos están equipadas con varios sensores y lo mismo ocurre con algunos elementos de los circuitos. Todo ello para que las carreras sean más seguras y para descubrir, además, la mejor forma de optimizar los diseños para que las máquinas sean mejores. El siguiente gran salto, paradójicamente, eliminará ese característico rugido del motor… porque el próximo año arranca un campeonato de motos eléctricas. Arroyo cree que gracias a esta peculiaridad “vamos a escuchar el roce de las rodillas con el asfalto o cómo los pilotos gritan al llegar a una recta”. Viviremos así todavía más cerca uno de los deportes más espectaculares del mundo.