Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente
CIVILIDAD DEMOCRÁTICA
Hace dos años, el todavía gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa y su sucesor por algunos días, Flavino Ríos Alvarado, pusieron toda clase de obstáculos al entonces mandatario electo, Miguel Ángel Yunes Linares, para asumir las riendas del estado. Es más, ambos no tuvieron la mínima diplomacia y de tajo se negaron a sostener cualquier encuentro personal para acordar los términos de la entrega-recepción.
A la par, desde el congreso local buscaron dinamitar financiera y operativamente a la siguiente administración. La intención era colgar lastres financiero y políticos para inmovilizar a siguiente gobernador. Hoy las cosas son distintas y horas después de que el árbitro electoral entregó la constancia de ganador de los comicios al morenista Cuitláhuac García Jiménez, el mandatario en funciones lo convocó a encontrarse en palacio de gobierno para acordar las fases de transición.
Lo hizo ayer en una conferencia de prensa en la que también ofreció la información requerida para que García Jiménez pueda diseñar su plan de gobierno. Es decir, no quemará ni triturará expedientes como lo hicieron, a marchas forzadas, los funcionarios del sexenio anterior. Tal ofrecimiento es lo importante, más que reconocer el triunfo de García Jiménez pues no le correspondía a Yunes Linares hacerlo.
El mensaje de Yunes Linares inauguró una ruta inédita en Veracruz: la civilidad democrática como instrumento de la alternancia. Es inédita porque la transferencia de gobierno se dará entre dos personajes que son portadores de expresiones políticas antagónicas y que, nadie puede negarlo, tuvieron etapas de confrontación, diretes y escarceos en algún momento.
Hoy, se puede decir que las formas son distintas, que el 2016 es diferente al 2018, que habrá un traspaso de la representación popular sin afrentas ni desdenes. Cuántos no quisieran un manotazo sobre la mesa y escupitajos, bloqueos y partidas a destiempo. Los nostálgicos del pasado, por supuesto, esos que tomaron el modo de hacer las cosas de Duarte de Ochoa y sus secuaces como regla para medir el comportamiento de los políticos y que hoy claman espectáculos de la misma ralea.
Al parecer se quedarán con las ganas. Esto porque también el gobernante electo, García Jiménez, respondió aceptando la invitación del que será su antecesor. Dijo que contribuirá a “una transición tersa y sin problemas”, o sea que también desdeñará a quienes le aconsejan recurrir a los sombrerazos y las trompetillas. Aceptada tal civilidad de ambas partes, Veracruz registrará lo novedoso, la cosecha de esa democracia que tanto costó ganar, quitársela al PRI, o más bien dicho a la procaz fidelidad.
CAMBIOS OBLIGADOS
Donde sí se esperan los obligados sombrerazos – de ser necesario- y los insoslayables juicios de los dirigentes, es en los partidos políticos que tuvieron retrocesos y descalabros en la pasada contienda electoral. La “chiquillada” -entiéndase los partidos pequeños- quedaron en cascaron, algunos ni siquiera obtuvieron el porcentaje de votos mínimo para conservar el registro nacional y las prerrogativas estatales. Por ello, hablar de cambios de directivos está de más.
Son los casos desastrosos de los partidos Nueva Alianza (Panal), Verde Ecologista de México (PVEM), Movimiento Ciudadano (PMC). En Veracruz algunos de ellos tendrán diputaciones plurinominales, pero están casi predispuestos a la extinción. El PVEM que era el refugio de fidelistas tiene el futuro comprometido, aunque eso ya no les preocupa porque ya pusieron su vista en Morena. La carcasa verde ya no les hará falta.
Lo mismo con los partidos del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES) que a pesar de que se encaramaron en el fenómeno de Morena y de Andrés Manuel López Obrador, y que tendrán 10 diputados plurinominales, están sobreviviendo artificialmente. Tampoco tienen futuro inmediato por sí solos y tendrán que seguir dependiendo de Morena, aunque ella ya no los necesitará más.
Donde sí hay que esperar evaluaciones y repartir castigos es en los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) que, en términos de peso político, tuvieron los fracasos más estrepitosos. El PAN porque perdió la gubernatura y la mayoría de las diputaciones locales y federales. El dirigente actual, José Mancha Alarcón, se convirtió en las últimas semanas de campaña electoral en un lastre para el candidato Miguel Ángel Yunes Márquez y el resto de los aspirantes.
El escándalo por una posible corrupción en la entrega de contratos de obra pública para empresas de su propiedad no se puede obviar. Es más, el señor debería dimitir no solo por el resultado comicial sino porque su persona misma está en tela de juicio. Sería lo más saludable para ese partido si pretende ser una oposición seria y crítica para el régimen morenista.
¿Cómo denunciará el PAN la corrupción de los marrones si su líder está empapado en ella? Al señor Mancha Alarcón no le alcanza con reconocer la derrota ni con hacerse responsable de la misma, deber dejar el liderazgo panista para no baldar al partido y apestarle su intención de erigirse como el contrapeso político enlos años venideros.
En peor situación están los priistas con el exalcalde jalapeño, Américo Zúñiga, la vergüenza de las vergüenzas en ese partido. No ganó nada, ni en la elección extraordinaria del pasado 18 de marzo en los municipios de Emiliano Zapata, Camarón de Tejeda y Sayula de Alemán, ni en la del 01 julio. Vaya, ni siquiera ganó en la casilla donde vota ni mucho menos logró obtener el respeto de la militancia.El señor Zúñiga siempre fue un óbice para el Revolucionario Institucional.
Si en el tricolor no echan a Américo Zúñiga enseguida y comienzan la reestructuración del partido, pasarán hasta décadas para que se logren recuperar y ganar algún cargo de elección popular. A los priistas no se les debe olvidar el error de dejar a un dirigente perdedor al frente de la estructura estatal como hicieron con Amadeo Flores Espinosa tras la debacle del 2016. Retardó el proceso de recuperación partidista y al final, cuando vio todo perdido, hasta él mismo se fue con los de enfrente.
Envoyé depuis Paris, France