Por Carlos Sagaón Ruiz/Ruiz Healy Times
Aunque no existe una medición comprobable que otorgue la victoria dentro de un ejercicio democrático como lo fue el Segundo Debate por la Presidencia de la República en México, celebrado el pasado domingo 20 de mayo en Tijuana, Baja California, considero que si hubo un elemento sustancialmente superior al resto de sus adversarios, y lo menciono sin aludir a mis preferencias electorales o mi intención de voto para el próximo 1ro de julio. Ricardo Anaya, candidato de la coalición “Por México Al Frente”, destacó sagazmente en el ejercicio del día de ayer al igual que, desde mi punto de vista, lo hizo en el Primer Debate Presidencial.
La victoria de Ricardo Anaya no es un elemento sorpresivo dentro de la contienda electoral. Es bien sabido que es un profesional en materia de oratoria y se siente cómodo en este tipo de foros de discusión abierta, cosa que ha reflejado desde mucho antes de su intención por contender por la Presidencia de la República. Basta recordar algunos de sus debates anteriores, como el que sostuvo en 2016 contra Javier Corral, disputando la Dirigencia Nacional del PAN, o la mesa de análisis post electoral que tuvo meses después, dónde arrasó argumentativamente contra el entonces Dirigente del PRI, Manlio Fabio Beltrones. Otro de sus encuentros famosos fue en el espacio de “Si Me Dicen, No Vengo” del periodista Joaquín López-Dóriga en 2017, donde, en calidad de Presidente del PAN, debatió junto al entonces Senador perredista Armando Ríos Piter en contra de la visita del entonces candidato Republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, por parte del Gobierno Mexicano, enfrentándose al priísta Enrique Ochoa y a Luis Videgaray. Estos son algunos ejemplos de este tipo de ejercicios donde el hoy aspirante a la Presidencia de la República destacó por su fluida habilidad discursiva, argumentativa y de conversación.
Anaya aplica de manera casi impecable la retórica Aristotélica, mostrándose como un hablante documentado y profesional que sabe utilizar un discurso atinado, argumentativo, contrastante y reiterativo para, finalmente, llegar a un convencimiento mucho más preciso, apelando a las emociones del oyente mediante datos principalmente testimoniales. Se apoya, casi en la mayoría de sus intervenciones, de materiales visuales complementarios que funcionan a manera de soporte con lo que expresa verbalmente. Lo que complementa su técnica es una modulación de voz adecuada, un lenguaje corporal apropiado, que comprende desde su gesticulación alegre y serena, hasta sus ademanes corporales, un equilibrio entre posturas defensivas y de ataque que lo vuelven intimidante en la discusión y, en el caso de este segundo debate, una presencia escénica fuerte y teatral que, aunque pecó repentinamente de histriónica, fortaleció sus argumentos.
Más allá de su prestigiosa oratoria y convincente seguridad, considero que Ricardo Anaya consiguió lo que se propuso desde el primer debate. Sabemos bien que el morenista Andrés Manuel López Obrador mantiene la preferencia en las encuestas electorales y es Ricardo Anaya quien se encuentra en segundo lugar. Conocemos también la explosividad del tabasqueño y su impulsividad para responder en momentos de tensión, factor que ha sido determinante en sus derrotas electorales de 2006 y 2012. En este encuentro, vimos a un Ricardo Anaya voluntariamente polemista, que confrontó determinante al puntero en las encuestas y, en más de una ocasión, logró hacerlo perder la serenidad que el mismo Andrés Manuel se jacta de tener. Ejemplificando, podemos destacar el momento en que Anaya se dirigió a López Obrador y se dedicó a confrontarlo de cerca en afán intimidatorio, a lo que el abanderado de “Juntos Haremos Historia” reaccionó burlón diciendo: “Guardaré mi cartera, no me la vayan a robar” (Entiéndase la inferencia de ladrón hacia Anaya). En otro punto del debate, un nervioso y desarmado Andrés Manuel López Obrador descalifica a Anaya, mofándose con el sobrenombre “Ricky Rickin Canallín”, lo que desató burlas en redes sociales y un sinnúmero de críticas contra López Obrador.
Ante un irreverente Jaime Rodríguez Calderón, un acartonado José Antonio Meade y un desmoronado Andrés Manuel López Obrador, la elocuencia de Ricardo Anaya le jugó positivo por segunda ocasión en esta campaña, de acuerdo a una basta mayoría de opiniones en Twitter. La encuestadora Masive Caller publicó los resultados de su sondeo, coronando al panista como ganador del debate con un 35.14% de la preferencia sobre el 33.48% del segundo lugar, Andrés Manuel López Obrador. La opinión de la victoria de Ricardo Anaya fue compartida por varios medios de comunicación en sus respectivos análisis tras el debate, entre los que destacan los opinadores de El Financiero y El Economista, por mencionar algunos.
Creo que la contundente victoria de Anaya ha sido una constante de los primeros dos encuentros, aunque se vio mucho más marcado en este último. Asimismo, considero que los datos estadísticos si pueden sufrir variaciones y quizá el impacto de estos ejercicios pueda darle una nueva oportunidad de triunfo a Ricardo Anaya, a menos de 50 días de las elecciones más importantes en la historia de nuestro país.