La aventura de los jóvenes de hoy y sus consecuencias

  Divorcios,  “frees” y  “affaires” alternativas  juveniles

 

Por la Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

 


En esta ocasión, con el permiso de ustedes, quiero analizar dos fenómenos que ya venían existiendo desde tiempo atrás, pero que en las últimas dos décadas han incrementado en su ocurrencia y ya representan un problema serio en nuestro país y en muchas partes del mundo, y es el referente: a) al elevado índice de divorcios y separaciones y b) a la forma cada vez más común de hacer uso de los “affaires”, “frees”, etc., como alternativas muy socorridas de las nuevas generaciones, para deshacerse o evitar compromisos en las relaciones afectivas.

 

a)  los divorcios y separaciones

 

 

Primeramente, trataré de conceptualizar el término matrimonio y partir de ahí, poder entender el concepto de divorcio o separación.

 

En México, antes del año 2009, el Art. 146 del Código Civil del DF, siempre había definido al matrimonio como: “la unión libre de un hombre y una mujer para realizar la comunidad de vida, en donde ambos se procuran respeto, igualdad y ayuda mutua con la posibilidad de procrear hijos de manera libre, responsable e informada. Debiendo celebrarse ante el Juez del Registro Civil y con las formalidades que esta ley exige”. Sin embargo, con las reformas a ese artículo de diciembre de 2009, cambió a: “el matrimonio es la unión libre de dos personas…etc” y de esta manera permitir la unión entre parejas del mismo sexo. Y de ahí, se engancharon para justificar la modificación al artículo 391, referido a la adopción de la que pueden disponer ahora las parejas del mismo sexo a partir de esa fecha.

 

 

Aunque estas modificaciones no han sido adoptadas en la mayoría de las legislaciones locales, el avance o retroceso (según como se vea) del marco legal que impera sobre el tema, es tal en el presente.

 

 

De manera opuesta a la definición de matrimonio, la palabra divorcio significa disolver, separar, apartar a las personas que viven en una estrecha relación. En el caso de México, la legislación civil, en su artículo 266 nos dice: el divorcio disuelve el vínculo del matrimonio y deja a los cónyuges en aptitud de contraer otro” (CC del DF)

 

 

En los últimos años en nuestro país, el problema de los divorcios y separaciones se ha incrementado considerablemente y ello debe preocupar. Al año 2005 se registraron 70 mil 184 divorcios, en el 2006 72 mil 396 y para 2008 la cifra es de 77 mil 255 y para el año 2012 se piensa se llegará a cifras escandalosas, calculándose en 85 mil aproximadamente. Hasta el año 2008, la edad promedio en la que se divorciaban las mujeres era de 35 años y para los hombres de 38;   eso quiere decir que si se casan a los 30, escasamente llegan a 3 o 5 años de vida matrimonial en promedio, si bien les va.  

 

 

La escolaridad de las personas que se divorcian, es en promedio de secundaria y la media de ocupación es que ya tienen un trabajo (aunque sea modesto), para poder sobrevivir. Las actividades que desarrollan al momento de divorciarse, hasta el 2008, el 81% de los varones trabajaba y de ese porcentaje, el 67% son empleados y  9% obreros. El 53% de las mujeres trabajaba al momento de divorciarse, de las cuales el 81% lo hacían como empleadas y 11% trabajando por su cuenta.

 

 

Entre menor sea el nivel cultural de los jóvenes, la decisión de casarse aumenta. Y entre mas escolaridad o preparación se posea, se   prolonga la edad de optar por el casamiento.

 

Si comparamos las cifras de los años setenta, década en la que muchos de los que ahora somos adultos  tomamos la decisión de casarnos, observamos que, por cada 100 matrimonios había tres divorcios; Pero en la presente década la cosa se pone peor. Sólo desde 2003 la cifra aumenta a 11 de cada cien;  para 2008, 15 de cada cien y se cree que para 2012, serán 25 divorcios por cada 100. Y eso si debe verse con las debidas reservas.

 

b)  En el caso  de los conceptos norte-americanizados: “affaires”, “frees” o “freezes”, etc.

 

El concepto “frees” o “freezes”, etc., no están tipificados en las legislaciones ni diccionarios, pero trataré de conceptualizarlos en función de cómo los perciben y usan los jóvenes en la actualidad. Y para poder ser más realista en el concepto, retomo los comentarios de una jovencita que escribió una definición en su artículo en la página TVa,  para situar el concepto y dice que: “lo usan jóvenes, mujeres y hombres, en la actualidad como una forma de entender las relaciones sin compromisos;  es como tener un “amigo con derecho”, pero éstos pueden ir más allá”. “Derechos” que por cierto, nunca han estado perfectamente delimitados” (Gutiérrez, 2008).  

 

“Entonces, según lo que dice la gente, un “free” se basa en una relación en la que ambas partes deben estar de acuerdo, en que no es algo serio y que no se deben mezclar los sentimientos, pues alguno podría salir lastimado. Igualmente, implica que los individuos pueden experimentar con otros. Todo, sin que exista reclamo alguno y delimitando claramente” (Ibíd).  

 

 

Este término también lo usan como “freeze” y aunque su mayor uso es en la informática, se utiliza el término para designar la actitud liberada o desbloqueada de prejuicios en las relaciones sexo-afectivas de algunas personas, estableciendo relaciones donde no media ningún compromiso mutuo. 

 

En el caso de la palabra francesa “affaire” tiene diferentes interpretaciones, por ejemplo: c’est mon affaire – «es asunto mío «; o también: occupe-toi de tes affaires!”¡No te metas en lo que no te incumbe! «; y que traducido al castellano puro se podría entender como: ciertas formas de comportamiento que adoptan algunas personas (jóvenes o adultas, soltera, casada, divorciada, etc.), cuando establecen relaciones afectivas o sexuales libres de prejuicios y compromisos, no dando cuenta de ello a nadie por sus actos (Lladó, 2011). Por lo general cumplen las características de no ser permanentes y/o en la clandestinidad.

 

 

Los “affaires” en el caso de las personas casadas, corresponden a los actos de infidelidad de alguna de las partes y en el caso de las personas solteras, relaciones afectivas pasajeras fuera de la relación del noviazgo formal. 

 

 

Pero ambos casos, son situaciones que ha llevado a extremos, a tal grado de que ahora un gran porcentaje de jóvenes, tienden a devaluar o a no hacer duraderas sus relaciones y menos formalizarlas o legalizarlas, haciendo que acumulen prejuicios hacia el matrimonio y/o se desalienten en la intención de conservar la unión con su pareja, siendo poco tolerantes a los altibajos naturales que siempre existen en una relación.

 

 

Por lo tanto, un gran porcentaje de jóvenes en la actualidad se deshace o evita compromisos y opta por el “affaire o el “free”,  justificando en ello una libertad mal enfocada y principalmente para dar rienda suelta a una sexualidad sin límites.

 

 

Ambos aspectos han resultado contraproducentes, pues han multiplicado las cifras de divorcios, separaciones, madres o padres en soltería, etc., y en casos extremos bastante trágicos, a exponer la vida de los jóvenes con contagios de enfermedades letales, como el SIDA.

 

 

Pero igualmente se han sentido otros efectos muy serios: ha llevado a cambiar  sin duda el concepto tradicional de la familia y con ello los modelos que de ella emanan, pues ahora un alto porcentaje de jóvenes tienden a adquirir la paternidad con tardanza o ya cuando tienen conflictos o se están divorciando, derivado de una falta absoluta de confianza en sí mismos para poder enfrentarse a los problemas normales de un hogar y el negativismo hacia los compromisos que ello contrae.

 

 

Al actuar de esta manera los jóvenes, cambian los esquemas biopsicosociales, por ejemplo: en las mujeres se corre la edad en que se puede tener embarazos sin presentar riesgos; en los varones, pierden la oportunidad de ser padres jóvenes y vivir etapas junto a una pareja que se ama, en donde se consolidan muchas facetas de la vida, entre otras cosas el carácter. Igualmente se refleja lo anterior, con la presencia, cada vez mayor, de jóvenes desobligados, sin hábitos de trabajo, sin límites para enderezar su vida y sobre todo sin valores para poder apreciar sentimientos nobles de su pareja, de formar una familia propia o de valorar el sentido de un hijo producto de una unión con amor y respeto. 

 

 

Luego entonces, desde mi punto de vista esas actuaciones de los jóvenes “free” o de adultos en “affaire”, más que demostrar valentía, son clásicas manifestaciones de miedo e inseguridad personal, de absoluta inmadurez, de falta de cultura familiar en donde no ha prevalecido el valor de la entrega por amor y compromiso, de no esforzarse por evitar repetir los modelos que vivieron en sus casas o de resistirse a aceptar que se crece y que cada etapa tiene un valor y significado.

 

 

Y ello lo comprobé con una pequeña encuesta a jóvenes entre 25 y 35 años en donde les pregunté ¿porque no se habían casado aun? Y encontré que los jóvenes no se casan a temprana edad por:

                                                                                                                                                               

    a)  Porque no habían encontrado a la mujer u hombre de su vida. Porque él o ella, exigían ciertas características de quien fuera su pareja, buscando en ésta: fidelidad, respeto, suficiencia para poder colaborar juntos con gastos, compromiso y amor por sobre toda las cosas. Y qué bueno que esta opción fue la prioridad porque es cierto, se requieren condiciones especiales para asumir compromisos, pero si se tiene madurez, trabajo y amor, si se puede.

 


    b)    La inseguridad y miedo a casarse y divorciarse rápidamente y quedar “limpio” en una mala negociación de divorcio. Es decir,  los jóvenes tienen miedo de que les quiten lo poco que han construido o logrado siendo solteros o poner en riesgo lo que les dejen los padres. Al respecto mencionado algunas soluciones más adelante.

 

  c)  Porque se les hace difícil dejar la comodidad de tener una vida sexual con la pareja sin compromisos. Es decir, como los jóvenes desde el noviazgo ya tiene relaciones sexuales o viven juntos, eso viene a resolver y sustituir el asunto de la convivencia con compromiso y su razonamiento es “para qué casarse,  si se tiene todo antes de este hecho”.

 

 

   d)  No aceptar dejar  una vida en donde no se le explicaciones de sus actos y decisiones a nadie y se les hace muy difícil de prescindir de ese hábito.

 

 

 

   e)    Por emprender una vida sin la comodidad de vivir en la casa paterna donde se tiene todo. Jóvenes que viven en la casa de sus padres en donde tienen: comida, sustento, servidumbre, atenciones, cumplimiento de caprichos, (y no me refiero a los casos en donde por necesidad lo tienen que hacer), me refiero a los jóvenes que no están dispuestos a cambiar esto jamás, por una vida en la que tienen que trabajar para comer y para mantener a la otra parte, donde tienen que hacer labores del hogar para mantener digno su espacio y tienen que hacer rendir su tiempo y dinero al máximo etc., eso para algunos es renunciar a un privilegio de vida.

 

f)    Porque quieren ganar primero como “jefes” o terminar sus proyectos profesionales, disfrutarlos, viajar, comprar algunos gustos y ya después pensar en esa decisión. .

 

 

 

EN SUMA, REPITO, PORQUE EN EL FONDO TIENEN UN TERROR EXCESIVO A TOMAR UNA DECISIÓN. ES DECIR, ENSEÑAMOS A LOS JÓVENES A TODO, MENOS A TOMAR DECISIONES DE VIDA Y DE COMPROMISO.

 

 

Y ahí es donde creo que a ellos no se les ha orientado debidamente, es decir no les hemos ayudado a darse cuenta que la vida en pareja con compromisos, en matrimonio y en familia propia,  es muy bella y  edificante, y sobre todo es formativa desde todos los ángulos, porque todo va dirigido a adquirir madurez en lo físico, en lo emocional, sexual y patrimonial, al tiempo que se convive y disfruta en pareja. Que sí en efecto, siempre existirán problemas y limitaciones, pero existen muchas otras satisfacciones que lo compensan porque se comparten los dolores y las alegrías. Dos, darán siempre más fuerza para darle lo mejor a sus descendientes. Y eso no se cambia por ningún “destrampe” o “banalidad”, ya mencionada.

 

 

Si el temor es perder lo poco o mucho que se ha logrado antes de tomar la decisión, pues para eso está la separación de bienes y los contratos prenupciales, que no debe ser motivo de escándalo, porque no es nada del otro mundo; siempre y cuando éstos no sean manejados a corte y conveniencia de una parte para sacar provecho de la otra. Para ello, se hacen convenios equilibrados en donde por sobre todo, se proteja principalmente a los hijos y con ellos se resuelva el problema de la seguridad patrimonial. Es decir, lo que se construya juntos, se hereda con la clausula del usufructo vitalicio. Es decir, que todo es de los hijos pero que no toman posesión hasta la muerte de los padres.

 

 

Si el desanimo para decidirse a dar este paso, es el no contar con un patrimonio fuerte para ofrecerlo a la esposa (o), pues no se preocupen, pregunten o recuerden como empezaron sus padres: amolados, algunos no habían terminado sus profesiones o empezaban a consolidarse en un trabajo, etc., pero se querían y respetaban y un día tomaron el valor de empezar con poco y con amor, apoyo, buena voluntad, trabajo, comprensión, tolerancia y confianza de las partes, pudieron lograr ofrecer lo mejor que pudieron , por el bien de sus hijos.

 

 

Por eso, yo les diría a los jóvenes de hoy. No sean tontos, no dejen pasar los años desperdiciando su dinero y su tiempo en cosas banales, busquen lo que les permita trascender en la vida y eso sólo lo van a encontrar cuando se unan o casen por amor y, cuando vean nacer a su primer hijo,  entonces darán gracias a Dios porque les haya permitido llegar a ese momento con juventud, con consciencia y con ánimo para darle lo mejor de sí y en ese motivo, seguramente encontrarán la justificación para enfrentar lo que venga, por muy difícil y complicada que sea la vida.

 

 

Gracias y hasta la próxima.

 

Gutiérrez N., 2008, Los Frees ¿Las nuevas relaciones del siglo XXI?, TVa.com.mx

 

 

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