Caso Duarte-Alfonso Salces
La libertad, por encima de todo
Ningún político es dueño de la libertad
Por Luis Velázquez/ Escenarios
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Una vez más, la vieja relación entre prensa y gobierno y gobierno y prensa se ha expuesto en la pasarela con el caso Javier Duarte y Alfonso Salces, director general de Notiver.
Juan Luis Cebrián, el legendario director fundador de “El País”, de España, siempre ha dicho que la relación entre políticos y medios es una historia de cercanías y distancias, donde cada parte cumple una función primordial, a partir de un valor universal, como es la libertad.
Don Julio Scherer decía que entre prensa y gobierno existe un matrimonio por conveniencia, donde las partes se usan.
José López Portillo, entonces presidente de la república, preguntaba a los medios si les pagaba para que le pegaran.
En los días del Watergate, Richard Nixon preguntaba a los reporteros si estaban con él o contra él.
El caso es que el don más preciado del hombre como es la libertad una vez más está en juego, incluso, en medio del juego sucesorio por la gubernatura en Veracruz.
Y más en un mundo plural, donde, y por ejemplo, en cada familia hay un militante y/o simpatizante por un partido político distinto, pues el padre es, digamos, del PRI, la madre del PRD, un hijo del PVEM, la hija de MORENA, y así por el estilo, y en donde sólo con el respeto a la diferencia la vida es posible.
En el caso Duarte-Salces se ha pretendido, se pretende incluso, coaccionar la libertad del medio, lo que sería tanto, digamos, y guardada la proporción debida, a que el presidente Enrique Peña Nieto se lanzara a la yugular del semanario Proceso, fundado por don Julio Scherer, porque cuestionan su estilo personal de gobernar y ejercer el poder a tiro por viaje.
Sólo en una tiranía, sostenida a partir del autoritarismo, la libertad se mancilla. Lo dijo Luis XIV a los quince años de edad: “El Estado soy yo”. Y, a partir de ahí, el régimen de terror.
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Un medio impreso, por ejemplo, vive, primero, de la circulación, y segundo, de la publicidad comercial y política (tan veleidosa que es) y tercero, de la maquila. Algunos otros venden encuestas.
Sin embargo, en la realidad, y en la mayoría de los casos, ocurre lo contrario. El medio suele vivir de la publicidad política, porque son pocos los que resistirían una auditoría a la circulación. Circulan, cierto, pero en las oficinas de gobierno y en uno que otro estanquillo donde los ejemplares se quedan ante la falta de lectores, la mayoría de los cuales ha perdido la confianza del lector.
Notiver, por el contrario, es uno de los medios excepcionales que viven de la circulación, su gran fortaleza. También de la publicidad comercial.
Y, por tanto, su legítimo derecho a ejercer su libertad. Libertad de pensar. Libertad de acción. Libertad para contar con libertad los hechos. Libertad para elegir a sus amigos, pues, y como se sabe, el único patrimonio de los hombres son los amigos.
Y es que el caso Duarte-Salces lo que está en juego es la libertad.
En todo caso, y en nombre de la libertad, si el gobierno de Veracruz se siente agraviado, entonces, hay leyes para interponer, digamos, una demanda, una denuncia penal, una denuncia civil.
Además, se recuerda, la pluralidad es uno de los más altos ejercicios democráticos.
Más aún, cuando se gobierna con apego al derecho, a las leyes, a la Constitución Política, ninguna necesidad existe del rafagueo discursivo, pues el único aval de un ser humano; pero más aún, de un político, son los hechos y los resultados.
El vacío de poder, por ejemplo, sólo alimenta la crítica y como los políticos tienen la piel frágil, así tengan el 90 por ciento de los medios de su lado, se irritan cuando de pronto descubren una voz solitaria mirando la realidad de una manera diferente.
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Duarte reprocha a Salces su yunismo. Salces le exige respeto para su familia y, de paso, revela secretos, digamos, del poder, como por ejemplo, el ofrecimiento de un pago mensual de 8 millones de pesos de convenio publicitario, y por adelantado (y que Salces rechazó, como lo ha publicado), además de otras prebendas a cambio de desmarcarse de los Yunes azules.
Fernando Gutiérrez Barrios, prudente, frío, calculador, sereno, dialogaba con todos los medios sin excepción, incluso, hasta con el reportero del medio más sencillo y modesto.
Pero, además, con hechos lo predicaba: siempre será mejor el libertinaje a la represión en cualesquiera de sus formas.
En todo caso, el único delito de Notiver ha sido el ejercicio de la libertad, por la que tanto lucharon Francisco Zarco, Ricardo Flores Magón (41 veces encarcelado por el dictador Porfirio Díaz), Filomeno Mata (36 presos enviado a la prisión por Porfirio Díaz), Belisario Domínguez (a quien le cortaron la lengua como aviso previo para que dejara de escribir), e Ignacio Martínez (confinado en las mazmorras de San Juan de Ulúa), entre tantos otros.
Si el político es roñoso y alérgico con la crítica, entonces, que cada día sirva con hechos al pueblo que lo eligió en las urnas.
Pero si ante la crítica el político pierde el control de sí mismo y explota creyendo que actúa como un Estadista, como un Hombre de Estado, entonces, y si han transcurrido cinco años del sexenio, sólo se esperan peores tempestades.
La historia es sabia: el político gobierna y el reportero informa.
El político busca el poder y el reportero rastrea información que el político suele ocultar.
Cada día el político despierta ansioso de aumentar su poder y cada día el reportero sueña con una noticia exclusiva.
Son, pues, caminos diferentes, donde la libertad ha d respetarse en cada nuevo amanecer.
Además, ningún político es dueño de la libertad. La libertad, sólo se recuerda, es una garantía constitucional que por eso hubo un millón de muertos en la Revolución, y por tanto, el político está obligado a respetar, así le pese, y si le pesa, entonces, que rinda frutos sociales a la población.
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