El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús con sus discípulos, a quienes pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, La respuesta fue sencilla: «Algunos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías o alguno de los profetas.»
Las respuestas de la gente muestran que en Jesús veían a una persona misteriosa, difícil de definir y de identificar. Pero todos reconocían en Jesús, cuando menos, que era comparable a los hombres más ilustres de la historia de Israel.
Y Jesús hace la pregunta directa a los apóstoles: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»
“Todos nosotros conocemos ese momento en que no basta hablar de Jesús repitiendo lo que otros han dicho”. No basta recoger una opinión aquí y otras más allá, como sucede en las encuestas de estos tiempos o en los sondeos de opinión; sin duda pueden ayudar para darnos una idea en ciertos temas.
Sin embargo, aquí se trata ya de una pregunta directa, de un asunto personal, Jesús les pregunta y nos pregunta a nosotros directamente: ¿Quién dicen ustedes que soy yo?. Y la respuesta es mucho más que una simple frase, como si fuera una definición; la respuesta ha de estar respaldada por el testimonio, por nuestro estilo de vida, aceptando generosamente las exigencias de ese compromiso.
No se trata de saber cosas acerca de él, sino de saber quién es él. Jesús es Camino seguro, Verdad auténtica, Vida verdadera. Es la persona que muestra cómo es Dios: Padre/Madre lleno de ternura, que nos invita a verlo en las personas, en las cosas y en los acontecimientos. Es quien ofrece un nuevo estilo de vida, que supone alegría e ilusión de vivir, libertad, solidaridad, cercanía compasiva hacia todas las personas…
Sabemos muy bien que ante Jesús no podemos contentarnos con una simpatía simplemente humana, ni es suficiente considerarlo como un personaje digno de interés histórico, teológico, espiritual, social o como fuente de inspiración artística. Tenemos que identificarnos con él y con él abrazar la cruz de cada día, y comprometernos en su proyecto de salvación y de vida a favor de la humanidad entera.
El Camino de Jesús es una senda que nos conduce a la libertad: la libertad radical que nos permite participar en la Gran Obra de Arte de Dios de manera libre, espontánea y creativa. Jesús pone el seguimiento al alcance de todos. Nos invita a renunciar a todo lo que nos impide ser libres y felices. La propuesta de Jesús es el camino hacia la verdadera felicidad. Vivir con él y como él supone una vida más auténtica, más libre y más feliz.
+ Juan Navarro Castellanos
Obispo de Tuxpan