Por Andrés Timoteo/Texto Irreverente
Los aires de Navidad no alcanzan para amainar las calenturas electorales y los protagonistas dan espectáculos bochornosos. Por ejemplo, desde el domingo pasado se tienen ya tres precandidatos “independientes” –así, entre comillas- a la gubernatura y esos tres – los expanistas y parientes Gerardo Buganza y Juan Bueno Torio así como el experredista, Elías Miguel Moreno Brizuela- simulan dar patadas al pesebre donde se alimentan.
En sus declaraciones, los tres personajes hablan de lo mismo, como si se hubieran puesto de acuerdo para manejar el mismo discurso –en realidad si lo hicieron a través del patrón que comparten- : los tres se deslindan del gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa, también de su impresentable antecesor y del Partido Revolucionario Institucional (PRI). ¿Por qué negar algo que no existe?. Por eso mismo, el nexo es tan real y la opinión pública lo sabe que necesitan salir a fingir que no hay tal relación.
Son falsas esas patadas al pesebre para tratar de desligarse de la fidelidad y del tricolor aun cuando de allí salieron sus proyectos electorales. La obviedad es tanta que genera espectáculos deprimentes ya que a todos los lugares que va Buganza Salmerón tiene que aclarar ante la prensa que no es el candidato alterno de palacio de gobierno y lo mismo comenzaron a hacer Bueno Torio y Moreno Brizuela. Triste caso. Los tres, por cierto, también traen la cantaleta de que en Veracruz domina la corrupción y que los partidos políticos no son el camino para corregirla pues son ellos la opción para salvar a la entidad.
¿De risa loca, no?.
En fin, ese cuento de los tres tristes tigres incluye la rebatinga de invitarse entre ellos mismos para declinar uno por el otro. Es decir, uno invita a los otros a sumarse a su proyecto y viceversa, como si de verdad tuvieran fuerza electoral y arrastre ciudadano. No hay tal, son fuegos fatuos a los que se les azuza mediáticamente pero no pasan de allí. Las mediciones demoscópicas no les dan más de 3 puntos. Buganza y Bueno tendrían una intención de voto de 2 de cada cien veracruzanos, y Moreno Brizuela solo un ciudadano de cada cien se atrevería a darle el sufragio. Los tres están en la lona y ni uniéndose representarían la balanza en los comicios venideros.
Entonces la situación es que el gobierno estatal está malgastando el dinero público en ellos. Aunque su atracción de votos sea ínfima, la apuesta es generar discursos incendiarios contra el verdadero rival a vencer que es el candidato de la alianza PAN-PRD. De ahí que a palacio de gobierno no le importa derrochar el dinero de los veracruzanos en financiar a los 3-B -Bueno, Bugaanza y Brizuela- y de entrada se habla de la entrega de 300 millones de pesos para costear sus precampañas. De ese tamaño es el miedo a Miguel Ángel Yunes Linares.
EL GRINCH
Y vaya que el legislador federal les echa a perder la fiesta a los fidelistas. Ayer, el gobernante en turno, Javier Duarte de Ochoa tuvo que regresar de sus vacaciones decembrinas luego ante el caos por las manifestaciones públicas de jubilados del Instituto de Pensiones del Estado (IPE) y lo hizo a regañadientes. Tenía ya varios días reposando fuera de la entidad, según lo habían comentado varios de sus voceros en la prensa.
El enojo al ver interrumpidos sus días de asueto y juerga se acrecentó con el dato que el legislador Yunes Linares filtró en las redes sociales sobre la estadía de Duarte de Ochoa en su pent-house que tiene en Ixtapa Zihuatanejo, frente a las playas guerrerenses. Es más, dio santo y seña sobre el lujos inmueble y hasta un número telefónico. Ah, y por si Duarte de Ochoa no atiende la llamada bien se puede preguntar por Moisés Manzur uno de los socios con los que ha departido negocios estupendos a cargo del erario estatal.
Si algo tiene Yunes Linares es información de primera mano y certera. Por eso se desataron las furias, bueno nada más la del dirigente estatal del PRI y diputado federal, Alberto Silva que lo mismo hace de vocero de Duarte que de portavoz de los candidatos “independientes” de la fidelidad. Fuera de sí, el tuxpeño llamó “imbécil” a Yunes Linares y lo acusó de todo y sin medida: que es un amargado, que tiene una casa de muchos millones y que es el enemigo de la misma alianza del PRD-PAN. Los sicólogos dirían que Silva Ramos padece una combinación de dos patologías:victimismo crónico y la proyección del espejo.
Es decir, culpa a Yunes Linares de todo lo malo e incluso quiere achacarle errores o iniquidades que son propias. Todos son víctimas de Yunes Linares, de sus afanes conspiratorios para dominar el mundo. En pocas palabras, le traslada a Yunes lo que el mismo hace o haría. Es una proyección de sí mismo y a la vez un síntoma del pavor terrible que les genera el panista. Lo sueñan, lo alucinan y sus temores patológicos se disparan cada vez que lo oyen hablar o escribir en las redes sociales. Para ellos es un omnipresente enemigo –lo ven por todas partes, pues- y en la menor oportunidad tratan de endilgarle todo los epítetos y culpas.
Claro, Yunes Linares debe saltar de gusto ante tales berrinches que hacen el perfumado dirigente priísta y a su patrón, Duarte de Ochoa, quien tuvo que hacer un aterrizarse forzoso y difundir en la prensa una supuesta reunión con los obispos veracruzanos –dicen que la misma tuvo lugar hace días y que en realidad sigue de vacaciones- para simular que no anda de asueto con los Mansur. Días de cólera en plenas vísperas de Navidad provoca el demonio azul entre los fidelistas. No los deja retozar a gusto, no les da paz ni para que puedan pasear a los peregrinos de Belén. Es el Grinch que les roba su prospera navidad.
Por lo menos Yunes hizo algo decoroso: sacar de sus casillas a Duarte y a su camarilla recordándoles el crimen que cometen con casi 30 mil jubilados de la entidad que hasta ayer seguían mendigando sus pensiones y aguinaldos. Ah y otro pillo en ese complot –porque el dar cheques de hule a los ancianos si es una conspiración humanitaria-, el director del IPE, Armando Fabre salió huyendo de la turbamulta a la que quiso regañar con un altavoz. Irrespetuoso, usando gafas oscuras como si estuviera en un día de playa –en realidad eran para no ver los ojos a sus incrementes pues eso también es algo sicológico- y con la prepotencia a flor de piel, el tal Fabre es un representante genuino de los funcionarios del duartismo: fallidos y ladrones.