86 años de supremacía priista están a punto de ir al cesto de la historia.
Por Edgar Hernández/Línea Caliente
Y es que si bien Héctor Yunes Landa está a punto de ebullición, el indiscutible favorito para alcanzar la magistratura estatal, de cara a un gobierno fallido y corrupto, es Miguel Ángel Yunes Linares.
Consideremos en una primera instancia el histórico.
En 2004, Fidel gana por 27 mil 300 votos, en tribunales. En 2010 Duarte se la lleva por 83 mil votos –menos del 1.5%- en un mar de chanchullos, y para el 2012 el candidato Enrique Peña Nieto gana perdiendo por 800 votos al levantar el PAN un millón 80 mil 64 votos.
Para las locales o elecciones parciales a lo largo de este sexenio números tramposos arrojan, en efecto, cacareadas victorias para el PRI.
Sin embargo, rigurosa revisión comicial arroja sensibles derrotas en las más importantes plazas urbanas como indicador de que la trampa electoral estuvo en las desprotegidas áreas rurales, situación que en este 2016 no sucederá, según adelanta el PAN.
Así pues, en ese escenario habrá de cumplirse el rito de la unción del abanderado priista el día 13 de enero, tal como lo adelanta el propio Héctor Yunes Landa, pero la madre de las batallas está por librarse.
Y de nueva cuenta, ¿serán las organizaciones políticas minoritarias, las coaliciones interpartidistas y los grupos de poder quienes decidan tan disputada elección?
El PAN con su pretendida alianza con el PRD, Dante que ya empezó a mover a su importante pieza, Armando Méndez de la Luz, Alfredo Tress que juega a no jugar y las asociaciones y grupos priistas que ya se empezaron a desmarcar de Duarte para vender caro su amor, son parte del complicado tablero electoral.
Pero, ¿Cómo es que se llega a tan disputado escenario?
Basta, de nuevo, revisar el histórico.
Desde el chirinato la debacle asoma con sonadas derrotas priistas, primero de parte del líder priista Amadeo Flores quien lleva a su partido a 73 derrotas municipales abriendo la puerta a la “pluralidad”.
Luego, tocaría a Miguel Angel Yunes llevar al PRI a un sonado fracaso en 1997 al dejar como herencia al cierre sexenal 107 de los 210 ayuntamientos veracruzanos en manos de la oposición, y el PRI perder por primera vez en su historia la mayoría calificada en la LVIII Legislatura local, donde sólo contó con 27 de los 45 diputados en total.
El PRI no volvería a ser lo mismo.
Plazas tan importantes como Xalapa, Veracruz, Boca del Río, Papantla, Poza Rica, Coatzacoalcos, Córdoba y parte del norte transitarían de un partido a otro, sin dueño y siempre sujetas a la corrupción del voto.
Ya para 2004, sin embargo, se da el parteaguas en donde Fidel Herrera abre las compuertas a la victoria priista a muy alto precio.
Admite el patrocinio de corrientes delincuenciales que después se entronizarían incluso a las esferas del poder y en aras de imponer una Fidelidad transexenal iniciaría la pulverización de la clase política tradicional.
Dispersa a la vieja guardia y ataja a jóvenes y mujeres dando lugar a la descomposición económica, política y moral de la familia en el poder, al igual que en la Roma de Nerón en donde los excesos de poder, corrupción y vicios llevan al gobernante a la quema de la plaza en los estertores de su locura.
Hoy en Veracruz una clase corrupta y sin moral se erige en juez y parte. En la desesperación busca meter la mano e imponer acuerdos. Cita a mesa de notables para burlarse del verdadero candidato. Se auto designan en precandidatos sin consulta priista previa pateando la democracia partidista y se burlan de su partido y militancia en publicitado encuentro de “unidad”.
En señales equivocas pretenden confundir a la opinión pública de que el gran elector está en Casa Veracruz, soslayando tiempos, circunstancias y realidades. Mirando de reojo lo que ya fue decidido en acuerdo cupular en el centro e ignorando dinámicas políticas y estatutos que están fuera de su potestad.
Es en ese disimulo que sientan en la mesa a los “precandidatos”, adelantando de nueva cuenta y de manera por demás imprudente el dirigente aldeano, Alberto Silva, que la no presencia de Pepe Yunes es muestra de que no va para la de dos años, tensando la ya de por sí mala relación entre priistas.
Luego la promoción de los nombres de supuestos precandidatos, uno de origen oaxaqueño, Flavino Ríos (misanteco), otro oriundo de Yucatán, Tomás Ruíz, uno más, el toluco, Jorge Carvallo y dos más Erick Lagos y Alberto Silva marcados con el signo de sonadas corruptelas y alianzas inconfesables.
¿Quién los eligió? ¿Cuándo lo determinaron los priistas? ¿Cuáles son sus prendas? ¿Son acaso los candidatos hampones o los garantes de la derrota de Miguel Angel Yunes Linares?
Eso no se sabe, pero sí que son los exponentes de la Fidelidad que mandan al carajo la dinámica y el rito estatutario del Comité Ejecutivo Nacional del PRI que es quien emite la convocatoria para el registro de precandidatos. Es el único órgano facultado para el proceso de selección del candidato al gobierno a partir de un código de ética.
No es el comité directivo estatal del PRI el que decide cuándo, cómo y dónde ya que su tarea es acatar y velar que se cumpla el proceso estatutario que marca el CEN del PRI que encabeza Manlio Fabio Beltrones.
Por ello resulta una falacia que algo se esté cocinando dentro del PRI-Gobierno o que se pueda dar la aberración que el propio presidente del PRI, Alberto Silva, decida a sí mismo que será el candidato a la gubernatura.
Eso es imposible por más que grite, chille y haga pataletas.
Así, hoy la elección no es una moneda en el aire.
Si el PRI quiere ganar a una aventajada oposición tiene que apegarse a las decisiones apretadas que eventualmente le podrán dar sus asociaciones y grupos de poder y liderazgo afines.
¿Acaso por ello tanto amor por Amadeo?
En grupos como Alianza Generacional de Héctor Yunes o el de Jorge Uscanga con su “Concertación Veracruzana” está la diferencia que podría inclinar la balanza. Ello considerando, desde luego, que un descuido y estos grupos se van para el otro lado del mostrador.
La gubernatura se ganará por décimas.
Habrá que estar preparados para el desmarque de los aspirantes de Javier Duarte. Con Duarte como bandera se pierde. Héctor y Miguel Angel saben que su principal activo electoral habrá de representarlo, no la propuesta, sino el compromiso de cárcel para los saqueadores de Veracruz.
Es ahí, en el voto de los jóvenes y en la participación ciudadana donde está la clave del éxito.
Tiempo al tiempo.
Pd.- Gracias a los que se ocuparon y también a los que se mal ocuparon por mi futuro para el 2016. Gracias. Feliz 2016!