Este sábado cumplió 85 años de edad el legendario comandante cubano, la travesía de Tuxpan a Las Coloradas mareo, pero no amilanó
De Galicia viene a Cuba Ángel Castro, se establece en Birán, y crea un batey. A ese lugar del oriente cubano llega Lina Ruz González todavía una niña, procedente de Pinar del Río.
Cuando se casan, él es un hombre hecho que ha rebasado las cuatro décadas de vida; ella, una muchacha veinteañera.
Siete hijos tienen, cuatro hembras y tres varones. El tercero llega casi estrenado el 13 de agosto de 1926, pesa 12 libras y al poner en funcionamiento sus pulmones demuestra cuán fuerte es. Lo nombran Fidel Alejandro.
Crece el niño, corretea por veredas y guardarrayas, juega con los hijos de los lugareños, estudia y se gradúa de doctor en Derecho Civil y Licenciado en Derecho Diplomático.
La atmósfera política, económica y social de la Cuba de entonces es irrespirable, y los partidos tradicionales inoperantes.
En la Mañana de la Santa Ana de 1953, mientras Santiago de Cuba baila a golpe de conga, el joven revolucionario encabeza el asalto al bastión de la tiranía batistiana en Oriente.
La historia lo absolverá, asegura en histórico juicio. La prisión alimenta las convicciones de él y sus compañeros. La presión popular los libera y van a México lindo y querido, de donde vuelven para ser libres o mártires.
La travesía de Tuxpan a Las Coloradas marea, pero no amilana. El bautizo de fuego en Alegría de Pío no arredra. El rencuentro de unos pocos hombres con escasos fusiles en Cinco Palmas, afianzan seguridad en que «¡ahora si ganamos la guerra!», mientras su hermano Raúl piensa -lo confiesa en un discurso el 22 de diciembre de 2007-, que se ha vuelto loco.
En las montañas le crecen la tropa, las victorias y la genialidad de estratega y político. El amanecer del primero de enero de 1959, tiene color verde olivo, es barbudo y rebelde.
Conduce a Cuba como al Granma, hacia el futuro. Al frente de todo un pueblo gana batallas contra la ignorancia; enemigos desembarcados en Girón; epidemias que dañan la salud de seres humanos y animales, introducidas por el Goliat que está a 90 millas.
Como el de Cabo Cruz, en Niquero, o el del Morro, en La Habana, nuestro archipiélago es faro para naciones cuyos pueblos fueron olvidados durante siglos por sus desgobiernos.
Líder indiscutible de talla universal, hoy cumple 85 años y es un soldado con un fusil que dispara ideas sabias, profundas, esclarecedoras.
(La Demajagua.com)