Más motivados por la oportunidad que por la necesidad, los jóvenes de la región crean empleo en vez de buscarlo.
Por María Victoria Ojea/El País
¿Qué hay que tener para ser el Mark Zuckerberg latinoamericano, o simplemente alguien que se gana la vida manejando un negocio desde la sala de su casa?
Muchas veces el empujón no solo viene de la mano del dinero. Ya sea gracias a programas para atraer emprendedores -como Start-Up Chile en el ahora designado Chilecon Valley-, o a través de capacitaciones para armar un modelo de negocio, o incluso un simple consejo a tiempo, cualquier incentivo sirve para transformar grandes ideas en negocios lucrativos.
Y las razones para que los jóvenes se animen a emprender son muchas. De acuerdo al Global Entrepreneurship Monitor, casi 2 de cada 3 jóvenes latinoamericanos y emprendedores están motivados por la oportunidad y no por la necesidad.
La región de América Latina y el Caribe se ha convertido en un semillero de nuevas empresas lideradas por jóvenes, y es ya la segunda región más emprendedora del mundo.
De hecho, cuatro de cada 10 jóvenes latinoamericanos manifiestan ganas de emprender, pero no todos se animan a dar ese primer paso. A los que sí se atreven, les preguntamos cuáles fueron sus razones para montar su negocio propio:
“Buscar empleo” vs. “crear empleos”
A diferencia de otras generaciones, son cada vez menos los jóvenes que esperan ser contratados por una empresa para comenzar su carrera laboral.
Para el argentino Carlos Balestra, un joven emprendedor quien junto a su socio son dueños de Tensión Creativa y Cavok, que produce y fabrica artículos para la práctica de deportes extremos, el camino no fue fácil.
Hoy, sin embargo, sus kites y longboards llegan a numerosos países de Latinoamérica, así también como a EE UU y Europa. Para llegar a los mercados internacionales no lo hizo solo: en la fábrica le da trabajo a más de 10 personas y admite que “una gran parte por la que hago esto es porque creamos empleos”.
“El modelo anterior de enfocarse en atraer una fábrica que pueda emplear a mucha gente ya no puede ser la única estrategia. Tenemos que generar otras vías formales para crear empleo”, dice el especialista en sector privado del Banco Mundial, Cristian Quijada Torres, quien reconoce que el emprendedurismo joven también tiene que ser parte de una estrategia de creación de empleo formal en la región.
Pero no solo se trata de contribuir al desarrollo de un país pasa crear empleos. “Cuando hablamos de emprendimientos tecnológicos, también es una manera de apostar a la diversificación de las economías, especialmente nuestras economías que están muy basadas en recursos naturales”, explica Quijada Torres.
Así lo ejemplifica Marc Segura, de Playbusiness en México, una plataforma de inversión colectiva para start-ups. “Nos dimos cuenta que empresas como Google, Apple representan un 27% del PIB de los EE UU, y eso solo se logra porque son empresas innovadores que van a crear industrias y cambiar el mundo, entonces si nosotros apostamos en ese ticket de inversión, en un par de años vamos a tener empresas de nueva generación haciendo que el país crezca”, dice.
“Nuestra meta es que el sector de tecnología se convierta en una oportunidad para las jóvenes en el Perú y en el resto de Latinoamérica”, explica Mariana Costa Checa, fundadora de Laboratoria, un emprendimiento social que forma a mujeres como desarrolladoras web y luego las ayuda a conectarse con empresas que requieran su talento.
En palabras de Quijada Torres, “los jóvenes emprendedores pueden hacer su propio negocio y a su vez, aportar a la economía y a la sociedad con los productos y servicios que puedan desarrollar”. Hay verdaderas oportunidades de crear nuevos productos y mercados, además de encontrar soluciones innovadoras para problemas sociales importantes en nuestros países.
Abrazar los fracasos
Tanto jóvenes como expertos coinciden que el camino hacia el emprendedurismo está lleno de obstáculos y el principal está atado a una gran barrera cultural que experimentamos en Latinoamérica: la aversión al riesgo.
“Tenemos que superar el estigma que tiene el fracaso. Que no sea visto como el final sino como un paso más dentro de una trayectoria de aprendizaje”, explica Quijada Torres,
“Hemos cometido muchos errores en el camino”, cuenta Costa Checa, que desde Laboratoria ya ha logrado insertar en el mercado laboral al 60% de las programadoras web que pasaron por sus aulas. “Pensar que las cosas iban a ser más fáciles de lo que han terminado siendo o pensar que íbamos a generar cambios en un tiempo muy corto”, por nombrar algunos de los obstáculos que tuvieron en el camino.
“Al principio fue muy duro”, dice Balestra en relación a sus primeros momentos como emprendedor y reconoce que errores se comenten todos los días. “Estás tomando decisiones constantemente, entonces es imposible no equivocarse”.
“En Estados Unidos es diferente. Se espera que vayas a fracasar y que lo vayas a hacer varias veces. Porque de esos fracasos aprendes y puedes ir perfeccionando tu modelo de negocios”, ejemplifica Quijada Torres.
Para el experto es clave cambiar esta mentalidad en la región y hacerlo desde una edad temprana. Hay que empezar educando a los niños y los jóvenes que no hay que tener miedo al fracaso pero también se trata de tener esos debates en la sociedad.
“No es algo irracional esta aversión al riesgo que tenemos de fracasar. Está atada a que en la región es muy difícil fracasar y cerrar una empresa”, reconoce el especialista, enfatizando la necesidad de cambios culturales y en las regulaciones, para que se pueda transitar por un proceso de creación y restructuración de empresas
“Mi hijo, el emprendedor”
Otra barrera cultural tiene que ver con la elección del emprendedurismo como carrera.
Tradicionalmente las carreras profesionales a la que la mayoría se postulaba eran medicina o abogacía. “Ser emprendedor nunca estuvo muy bien visto. Era como ser un negociante. No era de las carreras más nobles”, cuenta Quijada Torres. Agrega que hay que entender que emprendedurismo es una carrera tan importante como cualquier otra, e incluso es sumamente valiosa para el desarrollo de un país.
“Tenemos que creérnosla. No importa que estemos en México o en cualquier parte de Latinoamérica. Tenemos la misma capacidad de programación, de recursos para poder hacer empresas gigantes que transformen al mundo”, dice convencido Segura, de Playbusiness. “El éxito tiene que estar enfocado en que nos la creamos y hagamos las cosas”, agrega, y cuenta que el primer caso de éxito de Playbusiness, fue Playbusiness en sí mismo, logrando recaudar más de 100 mil dólares de inversores privados para montar el negocio.
Los jóvenes emprendedores estarán en el centro de las miradasdurante las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Lima, Perú. El jueves 8 de octubre, un panel compuesto por líderes globales, CEOs y jóvenes emprendedores discutirá en rol del emprendedurismo y la juventud en el desarrollo de los países. Se puede seguir al evento en línea y participar dejando preguntas en esta página.
* María Victoria Ojea es productora online del Banco Mundial.