Dice Javier Duarte que le tocó “bailar con la más fea”

 

Por Mussio Cárdenas Arellano

 

Por las manos de Javier Duarte pasaron miles de millones de pesos, engrosó la deuda de Veracruz, dizque diseñó la bursatilización de la tenencia vehicular, contrató créditos bancarios sin ton ni son y se montó en una montaña de billetes hasta perder la razón. Eran sus días de secretario de Finanzas. Y ahora dice que “le tocó bailar con la más fea”.

 

Constructor de su propia desgracia, tuvo a su alcance los cofres de dinero, las claves de las cuentas, la chequera y el efectivo, y nadie, a excepción de Fidel Herrera Beltrán, su gobernador, su mentor, su inventor, podía cuestionar el manejo y el destino de los dineros Florecieron así las grandes y sospechosas fortunas de la fidelidad, mil negocios al amparo del erario, políticos con identidad de empresarios, el saqueo en su mayor expresión.

 

Subsecretario primero, secretario después, Javier Duarte fue factor para detonar una deuda pública de 3 mil 500 millones de pesos en 34 mil millones cuando Fidel le entregó el poder.

 

Irremediablemente cínico, hoy el gobernador de Veracruz finge amnesia política.

 

Inaudita, la frase rebota de norte a sur, de las costas a la sierra, de las urbes a los cañaverales. “Me tocó bailar con la más fea”, ha dicho el gordobés Javier Duarte de Ochoa para exacerbar la irritación de los pobres y los ricos, los empresarios y los obreros, los ilustrados y los ignorantes, la oposición y hasta los priístas.

 

Le tocó bailar con la fea… que él procreó, inmisericorde la corrupción, las arcas a la mano para comprar residencias en México y en el extranjero, ambiciosos los fidelistas que usaban el poder para enriquecerse mientras el presupuesto era usado sin mesura, locos todos pues el dueño en turno del circo, Fidel Herrera, sucumbía a las tentaciones de ser gobernador y soltaba la mano a sus hijos políticos para que hicieran fortuna aunque fuera malversada.

 

No era tan fea pero Fidel y Duarte así la hicieron. Duarte era el firmón de la Secretaría de Finanzas y Planeación, y en su período de cinco años Veracruz se fue a pique, quebradas las finanzas, hasta el cuello los veracruzanos con la deuda pública, sin una sola explicación del destino de los miles y miles de millones de pesos en financiamiento bancario.

 

Afeada la princesa de la fiesta, Javier Duarte baila un mal son. En sus días de secretario de Finanzas había dinero doble para tareas que se atendieron a medias. Por un lado el presupuesto formal que debía aplicarse a impulsar la producción de café, por ejemplo, y al mismo tiempo Fidel Herrera, el dueño del teatro, creaba un fideicomiso para lo mismo.

 

Había otro fideicomiso para impulsar otros productos del campo: arroz, limón, bambú, naranja. Fidel ideó el atraco. Lo consumó Javier Duarte. Pasó por el Congreso, si acaso una voz de alerta, un grito desesperado, una cifra de escándalo, un cabildeo, la ley de la atracción fidelista y todos a disfrutar “la plenitud del pinche poder”.

 

No era menor el robo a Veracruz. Lo documentó el diputado perredista Manuel Bernal Rivera, un “chucho” que terminaría siendo más rojo que los priístas. De escándalo, la cifra hablaba de 24 fideicomisos por la cantidad de 6 mil 612 millones de pesos anuales. Era octubre de 2008.

 

Así lo resumía INFORME ROJO:

 

“Por años han operado fideicomisos para la producción de arroz, limón, bambú, café, naranja y hasta un consejo para la Cuenca del Papaloapan. Lo que se haya asignado de esos recursos, es un auténtico misterio. Supuestamente se les fiscaliza; supuestamente se les audita; supuestamente se les vigila, y supuestamente quienes los operan, se conducen con honestidad.

 

“Para el ejercicio 2009, el Presupuesto del gobierno estatal contemplaba destinar 320 millones 759 mil pesos al Fideicomiso Veracruzano de Fomento al Desarrollo, y otros 28 millones al Fideicomiso para el Desarrollo Rural.

 

“Al Fideicomiso Relacionado con el Medio Empresarial le asignarían 640 millones, y al Fideicomiso del Centro de Exposiciones y Convenciones de Veracruz le invertirían 3.5 millones de pesos, siendo que éste opera como negocio particular. Con otros fideicomisos de diversos alcances, la cifra alcanza 6 mil 612 millones de pesos.

 

“Cuando el diputado local Manuel Bernal Rivera, expuso —octubre 27 pasado— que su bancada pediría la revisión de los fideicomisos y la extinción de aquellos que resultaran una carga financiera innecesaria, hizo revelaciones que son la punta de una madeja que dejaría al descubierto un inmenso fraude que por años ha hecho millonarios a muchos mientras le arrebata recursos a los pobres.

 

“Bernal Rivera evidenció que los 24 fideicomisos están destinados a programas ya  contemplados en los presupuestos de las dependencias estatales. Señaló que ‘hay duplicidad de funciones y de recursos’. Fue específico al advertir que el impulso a diversos proyectos será ejercido por la Secretaría de Desarrollo Agropecuario.

 

“Lo que el diputado Manuel Bernal planteaba dejaba en claro que existe una fuga de casi 7 mil millones de pesos anuales de los que nadie da cuenta porque finalmente los proyectos sí se realizan, pero no con el dinero de los fideicomisos sino con el presupuesto de las dependencias del gobierno de Veracruz”.

 

Después pasó lo que tenía que pasar. Bernal Rivera se volvió un alfil de Fidel. Le aprobaba sandez y media en el Congreso. Lo consentía y se dejaba consentir.

 

Nadie, ni Fidel Herrera ni Duarte, explicó esa duplicidad de recursos para un solo fin. Casi 7 mil millones anuales aplicables a fideicomisos de incierto destino, fideicomisos fantasmas.

 

Brutal, el endeudamiento de Veracruz se hizo en la peor de las locuras. Miguel Alemán heredó una deuda de 3 mil 500 millones de pesos. Fidel Herrera y Javier Duarte la potenciaron con ganas de provocar la bancarrota que hoy se vive.

 

Contrataron créditos bancarios, libres sus manos para tomar el dinero del pueblo mientras Fidel y Duarte derrochaban en la imagen ensalzada del gobernador, demencial el aparato mediático porque había que hacer creer que era el de Nopaltepec el ungido para la Presidencia de México. De locos.

 

Javier Duarte asumió la paternidad de la bursatilización de la tenencia vehicular. No fue de su autoría, pero compró los derechos –o los arrebató— y se ufanó de endilgarle a los veracruzanos, a su gobierno y a sus municipios, una deuda de 30 años.

 

Duarte es el coautor de la desgracia. No sólo baila con la más fea. Él es el constructor de la más fea. Baila al son que quiso jugar. Es copartícipe de un desastre financiero, de un agravio al futuro de los veracruzanos, su desarrollo cancelado, su vida hipotecada.

 

“Me tocó bailar con la más fea”, dice el cínico. Se excusa, se justifica. Provoca así el gobernador una oleada vomitiva. Todo Veracruz sabe que fue secretario de Finanzas en la pesadilla fidelista. Fidel mataba la vaca y Javier Duarte le agarraba la pata.

 

Duarte no tiene disculpa. Es un mal bailador. Le puso los acordes, el ritmo, la letra a una pieza que terminó en una estridencia terrible, la de la quiebra de Veracruz.

 

Baila con su obra, la más fea de la fiesta, el Veracruz sin futuro, casi cuatro años del gobierno duartista en el limbo, sin bajarle un gramo a la deuda pública. Peor aún, la deuda va en aumento, se duplica; de los 34 mil millones en 2010, va en 60 mil millones hoy.

 

Nadie le presta un centavo a Veracruz. La parálisis es total. Hay obra porque se hace con recurso federal. El presupuesto sirve para poco, para el aparato de gobierno, para sobrevivir. No se sabe cuánto paga a los bancos. No se sabe si se amortiza la deuda.

 

“Me tocó bailar con la más fea”, dice Javier Duarte. Sí, la que él creó.

 

No cualquiera puede ser irremediablemente cínico. Javier Duarte sí.

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