Responsabilidad de los políticos, cuando la policía secuestra.
Por Leo Zuckermann/Juegos de poder/Excélsior
Ahora en Veracruz, como antes en Guerrero, la policía ha secuestrado a un grupo de jóvenes. Que elementos policiacos se dediquen a delinquir no es, desgraciadamente, una sorpresa en México. La pregunta es qué papel juegan los gobernantes que supervisan y controlan a las policías. Desde luego que también tienen responsabilidad en un asunto como éste, ya sea por complicidad, incompetencia o ejemplo. Me explico.
El 11 de enero, en una carretera veracruzana, policías estatales detuvieron una camioneta en la que viajaban cinco jóvenes. Acto seguido, los muchachos desaparecieron. De acuerdo al fiscal de Veracruz, un testigo ha confesado que los habrían entregado “a miembros de la delincuencia organizada”. Por lo pronto, las autoridades judiciales han arrestado y procesado a siete policías presuntamente responsables del secuestro. La Policía Federal ha detenido, además, a Francisco Navarrete, jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación en Tierra Blanca, quien, según el gobernador de Veracruz, “es responsable de la desaparición de los jóvenes”. Muchas detenciones, pero los jóvenes siguen desaparecidos. Un contingente de 400 agentes de la Gendarmería Nacional los busca.
¿Cuál es la responsabilidad de los jefes políticos de la policía estatal de Veracruz —Arturo Bermúdez, secretario de Seguridad Pública del estado, y el gobernador, Javier Duarte— en esta historia?
Recordemos que en el caso de Iguala, el alcalde fue el que ordenó a la policía municipal detener a los 43 jóvenes de la Normal de Ayotzinapa la noche del 26 de septiembre de 2014. De acuerdo con las investigaciones oficiales, el presidente municipal, José Luis Abarca, en realidad trabajaba para el grupo local de la delincuencia organizada, los Guerreros Unidos, quienes habrían recibido a los estudiantes de manos de la policía y los habrían torturado, matado y calcinado. En este caso, autoridad política, policía y crimen organizado eran lo mismo: cómplices.
La Procuraduría General de la República es la única que podría investigar si lo mismo ocurrió en Veracruz. ¿Hasta dónde llega la complicidad en este caso? Vamos a suponer que los jefes políticos de la policía estatal no son cómplices en este nuevo secuestro. Entonces, ¿qué?
Pues podríamos estar frente al típico caso de incompetencia gubernamental. De acuerdo con la asociación civil Causa en Común, que dirige María Elena Morera, Veracruz es uno de los estados reprobados en la certificación de sus policías estatales. Datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional, citados por Animal Político, demuestran que “Veracruz es la entidad con la mayor proporción de jefes policiales reprobados que siguen trabajando y dando órdenes. Según los datos oficiales son 27 de los 62 mandos en activo los que no pasaron las pruebas. Equivalen al 44%, es decir, cerca de la mitad de todos sus mandos”. En otras palabras: la policía estatal de Veracruz es una vergüenza. No deberíamos sorprendernos que delincan. Y la responsabilidad última de este desastre son los jefes políticos que han hecho poco o nada por mejorar sus cuadros policiacos.
Pero también podría haber una tercera responsabilidad. Quizá las autoridades políticas veracruzanas no sean ni cómplices ni incompetentes, pero sí ejemplo de corrupción para muchos policías. Si ellos ven cómo sus jefes políticos, cuando llegan al poder, se mudan a lujosas mansiones, viajan a lugares exóticos en aviones privados, manejan carretadas de dinero en efectivo, en fin, que van viendo cómo los gobernantes se enriquecen de la noche a la mañana, pues también a ellos se les antoja participar en el gran negocio de la corrupción gubernamental. La sabiduría popular dice que el pez se pudre por la cabeza. Y, efectivamente, cuando la cabeza de un gobierno está tan corrompida —como se sospecha de Javier Duarte y su antecesor, Fidel Herrera, en Veracruz— pues la corrupción acaba trasminándose al resto del cuerpo.
Javier Duarte ha dicho que los policías secuestradores “traicionaron a Veracruz, denigraron su uniforme y su compromiso”. Tiene toda la razón. Ahora nos tiene que explicar cuál es su responsabilidad, y la de su secretario de Seguridad Pública, en esta terrible historia.
Twitter: @leozuckermann