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Para lograr la Conquista de México, los españoles, liderados por Hernán Cortés, planearon algunas estrategias que mermarían las capacidades luchísticas de los mexicas, y que acabarían por debilitarlos y, finalmente, derrotarlos.
Una de estas estrategias fue la de cortar el paso de comida y agua purificada a la capital del imperio mexica. Esto se logró gracias a que las principales calzadas que accedían a la imponente ciudad, fueron bloqueadas, y por agua, también se bloqueo el paso, para que no pudieran ingresar víveres por medio del lago der Texcoco.
Hay que recordar que los españoles no lograron solos la derrota de los mexicas, pues fueron apoyados por varios pueblos indígenas que eran sometidos y obligados a pagar grandes tributos a los de Tenochtitlan. Esto hizo que su rencor hacia ellos creciera y decidieran unirse a los europeos. Uno de estos pueblos, tal vez el más destacado, fueron los Tlaxcaltecas.
Tras la salida de los españoles y tlaxcaltecas en junio de 1520, de la ciudad de Tenochtitlan, durante la llamada “Noche Triste”, el contingente logró resguardarse en Tlaxcala. Tiempo después, Cortés y sus aliados indígenas decidieron regresar a luchar contra los mexicas. Para este momento, tenían claro que Tenochtitlan necesitaría de un frente combinado por agua y por tierra. Por ello, se puso en marcha la construcción de bergantines, que son barcos de vela con dos palos, el mayor y el trinquete y con velas cuadradas o redondas, primero en Tlaxcala y luego en Texcoco. Los bergantines fueron construidos primero en Tlaxcala, y luego llevados a Texcoco. Foto: Jesús Medina/INAH
Para finales de 1520, los españoles y tlaxcaltecas tenían muy en claro que volverían a combatir en Tenochtitlan, y que el ataque debía considerar una ofensiva por agua. La idea de construir y utilizar bergantines para asediar la ciudad por agua, fue pensada en Tlaxcala. Tras la idea, iniciaron la construcción de los mismos en octubre de aquel año, tal y como lo señala el mismo Hernán Cortés en su Segunda Carta de Relación. No queda del todo claro si la idea fue siempre viajar con las embarcaciones desarmadas, pero se sabe que fueron armadas por completo en Tlaxcala, y posteriormente se desmantelaron para transportarlas a Texcoco.
El ejército indígena-español decidió trasladarse a Texcoco como una estrategia de guerra, porque era necesario contar con un lugar junto al lago para establecerse cerca de Tenochtitlan, la ciudad enemiga. Trasladar toda la madera necesaria desde Tlaxcala resultaba un tanto absurdo, considerando que el viaje implicaba atravesar terreno montañoso y que la región acolhua contaba con grandes cantidades de bosque. Hernán Cortés conocía Texcoco, pues durante su estancia en Tenochtitlan lo había visitado, por lo que conocía la madera con la que podía disponer, concretamente en el lugar que hoy conocemos como el cerro de Tláloc. La explicación más lógica es que no sabía de qué manera sería recibido en Texcoco, por se uno de los aliados de la Triple Alianza, junto con Tacuba y Tenochtitlan. Siendo claros, Cortés decidió llegar con los bergantines casi listos ante la posibilidad de ser recibidos con hostilidad.
Para enero de 1521, españoles y tlaxcaltecas llegaron a Texcoco. Fueron recibidos por Ixtlilxochitl, señor de Texcoco recién elegido, quien les ofreció todo su apoyo y puso en marcha la construcción de los bergantines. La primera tarea fue construir las zanjas en las que se armarían las embarcaciones. La segunda, fue traer los bergantines desarmados desde Tlaxcala. Por último, la tercer tarea fue construir los bergantines en Texcoco. Aunque los españoles estaban involucrados en cada tarea, se debe destacar que el trabajo pesado siempre estuvo a cargo de los indígenas. El 28 de abril de 1521 quedaron listos los bergantines y fueron botados en el lago, pero fue hasta el 1 de junio, que se izaron las velas.
Durante los meses en que se construyeron los bergantines en Texcoco, otros pueblos indígenas decidieron aliarse en contra de los mexicas, y en consecuencia, el número de indígenas aliados incrementó de manera significativa. Las crónicas señalan que algunos de estos pueblos que se aliaron fueron Otumba, Mizquic, Coatlinchan, Huexotla, Chalco, Tuxpan, Nauhtla entre otros.Fueron 13 los bergantines construidos, y aunque eran muchas más las canoas de los mexicas, la estrategia de los españoles fue mejor. (Foto: cortesía INAH)
Cortés y Bernal Díaz del Castillo, dejaron dicho en sus textos, que fueron en total 13 los bergantines construidos. Aún así, eran pocas en comparación con las numerosas canoas mexicas. Pero a pesar de ello, los bergantines fueron elementos contundentes que jugaron en favor de los españoles e indígenas aliados.
El éxito de los bergantines fue la “tecnología naval mediterránea, con la que fueron construidos concretamente, pues se transportaban entre 25 y 30 personas en cada uno, además de que se colocaban cañones en cada embarcación. Pese a que los mexicas confrontaron los ataques con sus propias canoas, se debe recordar que no las utilizaban para combatir en el agua.
Los bergantines fueron concebidos como un elemento de gran valor para el ataque a Tenochtitlan, de ahí que Cortés quedara al frente de los pequeños navíos mientras que los capitanes Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval y Cristóbal de Olid, estuvieron al mando de los contingentes por tierra.
Los españoles, junto con los indígenas aliados, comprendieron que quienes controlaran el frente acuático, obtendrían una gran ventaja, y fue por ello que el empleo de los bergantines fue uno de los factores más importantes implicados en la caída de Tenochtitlan.