Por Rafael Paz / Fabiola Méndez/Gaceta UNAM
Para entender la historia de los tres murales que David Alfaro Siqueiros diseñó a principio de los años 50 del siglo pasado para la Torre de Rectoría es necesario viajar 20 años atrás, en específico a 1932. Así lo afirma Irene Herner Reiss, doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Sociología del Arte especializada en la obra del muralista y profesora de tiempo completo desde hace 53 años en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales:
“Siqueiros se caracteriza por la búsqueda y el hallazgo de nuevos materiales y herramientas, de nuevas perspectivas en relación al muralismo. Hizo murales interiores que nombró máquinas armónicas porque era la posibilidad de transformar con la pintura el espacio interior, y realizó desde 1932 murales al aire libre. Siqueiros es el padre del muralismo callejero.
“Esto sucedió en 1932 porque salió exiliado de México por cuestiones políticas –como solía sucederle–, llegó a Los Ángeles y lo invitaron a dar un curso de muralismo en el Instituto de Arte Chouinard, que era el único lugar de arte moderno que había realmente en California entonces. Siqueiros hace el curso y a la hora de querer realizar un mural con los alumnos –siempre pensó que la enseñanza del arte era el trabajo de el maestro con sus discípulos y los miembros de su taller– le dicen que no, le tienen mucho miedo porque es comunista y no le permiten pintar ningún mural en el interior de la escuela. Eventualmente le dicen que sí, pero en las fachadas exteriores. En aquellos años, lo único que había de pintura de fachadas exteriores eran los billboards, los anuncios espectaculares empezaban a surgir por todo el mundo”.
La investigadora señaló en entrevista que durante su estadía en California Siqueiros conoció a varios personajes importantes para su carrera, entre ellos Richard Neutra –“un arquitecto austriaco, y acababa de inventar echar cemento con pistolas de aire sobre albercas”–, quien le sugiere cambiar los materiales que había usado hasta entonces – “no puede pintar al aire libre con cal, arena y baba de nopal como los murales que hizo en México”–.
Es así que el pintor comienza a utilizar técnicas propias de la construcción y decide pintar en las paredes exteriores del Instituto de Arte Chouinard como si fueran un gigantesco billboard, “buscando que la gente que va en coche, no sólo caminando, pueda ver todo el mural”, añade la autora del libro Siqueiros. El lugar de la utopía (1994).
Asimismo, apuntó Herner Reiss, la experiencia de Siqueiros con sus alumnos en Los Ángeles fue clave para su técnica, ya que varios de ellos “eran miembros de los estudios Disney, ellos se integraron a su equipo como igual que otros miembros de Hollywood, gente que hacía escenografías, y se formaron tres bloques de pintores que Siqueiros armó en Los Ángeles.
“Notaron que la única manera en que un mural de veras podía verse desde un carro era si tomaban la técnica de las caricaturas de Disney –se tienen que hacer varias tomas y los personajes se van dibujando en relación con su movimiento–, la cual se desdobla a la hora que el que el espectador pasa enfrente, ya sea caminando o en coche. Estos murales fueron blanqueados, porque en América tropical el tema era un trabajador mexicano en Estados Unidos crucificado bajo el águila del dólar. Este es el antecedente de los murales que vino a realizar 20 años después en Ciudad Universitaria”.
Los murales
David Alfaro Siqueiros realizó tres murales (dos completos, uno incompleto) entre 1952 y 1956 en tres de las cuatro caras de la Torre de Rectoría: El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo. Por una cultura nacional neohumanista de profundidad universal, en el costado sur; El derecho a la cultura (o Las fechas en la historia de México), muro norte, y Nuevo símbolo universitario, muro oriente.
“El contexto en el que surgen todos los murales de la UNAM es la construcción de la entonces espectacular, ante todo el mundo, Ciudad Universitaria que era de un modernismo impresionante, la cual estaba inspirada en las grandes arquitecturas de Le Corbusier y Frank Lloyd Wright. Era la gran obra del sexenio alemanista y, en este contexto, no se había pensado inicialmente invitar a los muralistas. Ellos hicieron toda una labor, explicaron que no era posible que en México, donde había nacido el muralismo moderno, no hubiera murales en Ciudad Universitaria y sobre todo murales que tuvieran que ver con este espacio del saber tan extraordinario”, distinguió la docente y agregó:
“Varios de los artistas muralistas hicieron su propuesta y la ganaron. Se le cedió a Siqueiros la Torre de Rectoría porque era el más novedoso, el más experimental de los muralistas sobresalientes. Estaba en plena construcción, hay fotos en el libro Siqueiros. El lugar de la utopía que muestran un espectacular estudio del mural de Ciudad Universitaria, también se presenta cómo estaba el estudio y la construcción de Rectoría. Para lograr generar este movimiento de los murales, Siqueiros modeló para fotografías y así poder ver todos los ángulos que se requerían, para que al caminar frente al mural se pusiera en movimiento”.
El pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo. Por una cultura nacional neohumanista de profundidad universal fue inspirado, de acuerdo con la especialista, en un discurso pronunciado por José Vasconcelos cuando era rector de la UNAM, entonces Universidad Nacional.
“Vasconcelos plantea que venía no para trabajar para la Universidad, sino para inspirar a los universitarios a trabajar para el pueblo, ése es el tema”, argumenta Herner Reiss, “plantea que los estudiosos de todas las ciencias, el arte, la técnica, alumnos y maestros son quienes deben tener la actitud de verdaderamente servir a su país a partir de sus conocimientos, a partir de los valores académicos. Es un mural muy innovador también en otros sentidos, no sólo estaba utilizando los elementos del cine de animación y los de la industria de la construcción, sino que aquí trabaja una cosa que se llama la escultopintura, que no es, dice él, ni escultura ni pintura. Es una técnica que genera un nuevo profesionista de las artes.
“A través de esta técnica y de la obra del muralismo en Ciudad Universitaria nace la segunda etapa del muralismo mexicano. Él plantea en esta etapa que los murales deben poder ser vistos desde el movimiento de los transeúntes frente a ellos y desde la avenida Insurgentes. Ésa era la idea. Sin embargo, Siqueiros no pudo realizar el mural con los materiales de aluminio y otros muy modernos que requería, utilizó los muy criticados azulejitos que también utilizaron O’Gorman, Rivera y Chávez Morado; pero los usó haciendo espacios salientes, porque él decía que los murales callejeros tenían que ser muy sintéticos y que la escultopintura permitía que se viera toda la figura con mucho más claridad”.
Para la investigadora El derecho a la cultura (o Las fechas en la historia de México) es un trabajo muy interesante porque está integrado por una gran mano que apunta a las fechas fundamentales de la historia del país (1520, 1810, 1857 y 1910) a las cuales el artista añadió una quinta acompañada por dos signos de interrogación (19??).
“Van varias veces en toda la historia de las diversas huelgas de la Universidad que llegan alumnos intempestivamente y cambian esas interrogaciones. Me acuerdo muy bien cuando le pusieron 1999, como si efectivamente el cambio, la llegada de la sociedad de libertad y del ideal comunista fuera a suceder en dicho siglo. Aunque los han restaurado, es una actitud de grafiteros, de intervención de la obra que simbólicamente tiene, en realidad, mucho más que ver con Siqueiros que la actitud de veneración oficialista y de pocos reconocimiento a su creación que ha recibido en el transcurso de su historia”, distinguió la académica.
En cuanto a Nuevo símbolo universitario, la autora comentó que no se terminó (actualmente se pueden apreciar los trazos, pero no fueron montados los volumétricos propios de la escultopintura) debido al final del periodo presidencial de Miguel Alemán Valdés. Se puede apreciar en su diseño cómo se enlazan las figuras de un águila y un cóndor, estos símbolos refieren al escudo de la Universidad.
“Entró Ruiz Cortines y había diversas censuras, nunca ha sido fácil. Terminó dos murales, del otro nada más están los trazos poliangulares, que dan cuenta de que Siqueiros para hacer su poliangularidad no sólo modelaba, sino que hizo uso del sistema de punto de la perspectiva geometral del Renacimiento y después de la multiplicidad de ejes del barroco. Con la introducción del cine y los dibujos animados, genera un espacio cinético que es su famoso método poliangular, que siempre está en la base de todos sus murales, es la base abstracta sobre la que danzan, bailan y vuelan sus personajes figurativos”.
Irene Herner Reiss recordó que Siqueiros “no sólo es el padre del muralismo callejero, sino que además es el padre de la pintura acción norteamericana y es un primer artista que en el siglo XX hace cine pintado en sus obras. Es uno de los grandes y ha sido venerado, pero no se ha entendido bien el hecho de que él hacía cine pintado, es decir, que hay que moverse para apreciar y valorar sus obras, especialmente las obras murales”.
“Me parece muy importante ver más allá de las apariencias toda esta obra muralista realizada como una experiencia.”