A Inés García Nieto, en su cumpleaños.
Por Magda Basáñez Ebergenyi
Este escrito es un regalo de cumpleaños a Inés García Nieto, querida amiga adoptada por Tuxpan y mi hermana en Cristo, comprometida y hábil reportera, ahora en Expreso de Tuxpan.
Anoche, después de una extraordinaria exposición del fotógrafo profesional tuxpeño Rafael Riquelme en el Museo de Antropología, intentamos celebrar a nuestra amiga Inés García Nieto, y mientras disfrutábamos del ambiente y sabor huasteco del Restaurante El Mexicano frente al Parque Reforma, la Magistrada del Tribunal Agrario Sara Angélica Mejía Aranda, quien nos hacía el honor con su presencia, graciosa y sigilosamente fue a comprar una colorida rebanada de pastel. Mi madre, Maruca Ebergenyi, se encargó de las finanzas de la fiesta.
Mientras Inés pedía tres deseos y soplaba a un cerillo encendido… empezó a cantar para ella, la soprano y el tenor de fama internacional Sarah Brigthman y Andrea Bocelli. Era el espectáculo de la fuente danzarina del Parque Reforma. Esto, hacían la magia de volver nuestros ojos, como las pupilas de un niño tras el cristal del juguete. Como si a las hadas de un cuento se les hubiera ordenado venir a celebrar con Inés y con nosotras, a nuestra sencilla fiesta.
Gracias Beto, querido alcalde; gracias Heberto Guzmán. Las generaciones actuales y venideras nunca olvidarán la extraordinaria voz de ese magno tenor ciego que nos cuenta como su madre decidió valientemente no abortarlo ante la predicción de los médicos de su incapacidad. Los ojos de los niños de Tuxpan, mientras ven como se agigantan los chorros de agua y las luces de colores mueven su universo, la voz del cantante ciego les traspasará el espíritu. Todos esos niños, afinarán su oído y su voz. Sus almas se enamorarán de sus pares dentro de un marco majestuoso. Cuando lleguen las dificultades en su vida, su inconciente tarareará esa música, y le asegurarán a los Sanchos que hay que combatir cada molino de viento. ¡Y erguirán el pecho!