Entre Héctor y Miguel Ángel Yunes.
La mini los está distanciando.
Por Luis Velázquez /Escenarios
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Héctor Yunes Landa nunca ha sido ejecutivo máximo en un cargo público, y por tanto, si gana en las urnas la mini, llegará a aprender. En tanto, Miguel Ángel Yunes Linares ya fue de hecho y derecho gobernador en el chirinismo, y por añadidura, ya sabe de los aciertos y los errores, y se empeñará para ser diferente.
Héctor siempre ha sido segundo y hasta tercero. Miguel Ángel ha sido primero en varias ocasiones. Jefe Máximo de la dependencia. Y conoce las entrañas del poder.
Héctor nunca ha ejercido un presupuesto con autonomía. Miguel Ángel lo ha usufructuado, y si con la alianza PAN y PRD se perfilaría, digamos, un gobierno democrático en su esencia pura, entonces, el sentido social del presupuesto público.
Héctor llegará, si gana, más aún, andará en campaña electoral, acotado por las circunstancias priistas con Javier Duarte al frente.
Miguel Ángel, por el contrario, oposición al fin, coalición PAN y PRD, caminará en tierra fértil, con los guantes puestos en contra del priismo duartista, y así, la población escuchará lo que desea oír en estas horas turbulentas y revueltas.
Héctor deberá cuidar las formas en su relación con Duarte y los duartistas, en tanto Miguel Ángel tiene, con el PAN y PRD, como único objetivo sacar al tricolor del palacio de gobierno, y más porque desde 1929 nunca ha existido alternancia democrática en Veracruz.
Héctor, refiere el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica, jura y perjura que encarcelará “a los políticos pillos y ladrones” y hasta obligará a los duartistas a “devolver el dinero robado”, pero, oh paradoja, nadie le cree, porque anteponen los acuerdos y los pactos de las tribus rojas.
Miguel Ángel también cacarea como eje rector la cárcel en los primeros 4 meses para Javier Duarte y algunos duartistas y hasta para Fidel Herrera, y por equis o mangas, le creen.
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Tanto Héctor como Miguel Ángel, dice Ronzón, están atrapados y sin salida en sus egos.
Es más, recuerda el dicho argentino de que para suicidarse solo les basta treparse a su ego y tirarse desde las alturas.
Y más por lo siguiente:
La toma de posesión del sucesor de Duarte será el primero de diciembre del año que corre.
Hacia el mes de marzo de 2017 (4 meses después) la calentura política estará al rojo vivo con los aspirantes y suspirantes a las 212 presidencias municipales, más las 3,500 sindicaturas y regidurías para asumir el mandato el primero de enero, 2018, y que permitirá, según la ley, que se reelijan durante 20 años consecutivos.
Todo el tiempo del mundo estará atrás de tal objetivo.
Más aún, una vez pasada la elección municipal llegará la efervescencia por la candidatura a gobernador por 6 años.
Y por añadidura, la sucesión presidencial.
Tales circunstancias descarrilarán por completo el ego de quien sea el mini.
Las pasiones, entonces, rebasarán por completo la cordura y la prudencia política.
El ego, pues, para enaltecerse a sí mismos, pero otra cosita será arraigarse en la realidad para evitar caer en la ingobernabilidad, la misma que uno y el otro evidencian del duartismo.
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Por razón natural, y dada la edad y la biografía pública, Miguel Ángel se cree el jefe máximo de todos los Yunes.
Y por eso, entre otras cositas, quiere dar clases de política a Héctor.
La madeja del hilo fue desmembrado cuando la madriza policiaca a los pensionados en Xalapa que reclamaban el pago de sus pendientes, exigiendo, además, que la SEFIPLAN les dejara de pagar con cheques de hule.
Y es que en tanto el panista desea que el priista rafaguee a Duarte a tiro por viaje, pues considera tibieza en su postura política y electoral, Héctor tiene otra estrategia, y cuya resultante de uno y otro se conocerá en las urnas.
Incluso, el panista ha seguido bombardeando al priista y al priista solo ha quedado revirarle.
Ninguno de los dos se dejará.
Si están unidos por la sangre siria, la coyuntura política los ha distanciado, cuando semanas anteriores se tomaban la foto abrazados con una sonrisa más grande que la tajada de una sandía.
La sangre los unió, pero la política los ha separado. Cada uno de cara a la población electoral.
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El priista y el panista tienen lo suyo.
Por ejemplo, si el panista furibundo encarceló a César del Ángel, el líder de los 400 Pueblos, en tres prisiones durante el chirinato, el priista agarró a planazos con una moruna a un reportero en su oficina como subsecretario de Gobierno con el góber fogoso.
Si el panista es bronco con quienes ha de serlo, el priista, dada su inteligencia y talento, chispa incandescente, suele pitorrearse de quienes así cree procedente.
El panista ocupó el cuadro de honor en la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana dada sus altas calificaciones y el priista de igual manera, a tal grado que le llamaban “El niño de los dieces”.
El panista ha sido diputado local y federal, presidente del CDE del PRI y secretario General de Gobierno en Veracruz, además de cargos federales, y el priista, diputado local y federal, líder tricolor y subsecretario de Gobierno en dos ocasiones. Ningún puesto federal.
El panista es amigo de Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón, Jesús Murillo Karam, Miguel Ángel Osorio Chong y José Murat Casab, entre tantos otros, y el priista es amigo de Beltrones, Osorio Chong, César Camacho Quiroz, Jaime “El bronco” Rodríguez, Humberto Moreira y Alfredo del Mazo González.
El panista ha sido candidato a gobernador en una ocasión, mientras en dos más la perdiera, y el priista fue fallido aspirante en el año 2010 que ahora retuviera.
Uno y otro, de cara a la población electoral.
Editorial
