Por Ana Paula Ordorica/Excélsior
El gobernador se ha peleado con todos; tiene en su contra a la Universidad Veracruzana y a los empresarios; a los periodistas por sus amenazas a la libertad de expresión y a la población cansada de la corrupción, ¿cómo puede esperar el PRI mantener el estado?
El gobernador de Veracruz, Javier Duarte, ha perdido más que el piso. Ha perdido el apoyo hasta de sus partidarios. No extraña que, ante el tamaño de corrupción que se ha señalado en su gobierno, la oposición pida que se le investigue. Pero ya cuando a las voces de la oposición se le suman las de los PRIistas, la cosa pinta por estar muy mal.
Veracruz es la tercera entidad más importante en términos poblacionales. Tiene elecciones el año próximo para un periodo corto, de sólo dos años, y luego vienen las elecciones de 2018. En el estado y a nivel federal. Por ello la importancia para el PRI de mantener el estado.
Pero con un gobernador que se ha peleado con todos; que tiene en su contra a la Universidad Veracruzana y a los empresarios por las cuentas sin pagar que se acumulan; a los periodistas por sus amenazas a la libertad de expresión y a la población cansada de la corrupción, ¿cómo puede esperar el PRI mantener el estado?
De esto parece haberse dado cuenta el senador Héctor Yunes, quien pasó de ser el favorito de Duarte para sucederlo, al PRIista que ha señalado la corrupción del actual gobierno de ese mismo partido.
Pasó del ser el cercano de Duarte al que se deslindó del gobernador cuando los reclamos por la corrupción comenzaron a manchar sus aspiraciones políticas. Los señalamientos sobre la corrupción en Veracruz que ha hecho Yunes los ha querido tomar a la ligera el gobernador. En un acto público reciente, Duarte, queriendo hacerse el gracioso, le regaló a Héctor Yunes una caña de pescar para que pueda buscar sus “peces gordos”.
El otro aspirante PRIista es el también senador José Yunes, quien también ha mantenido su distancia con Duarte. Con un gobernador cuyos gastos de operación exceden por cerca de 800 millones de pesos mensuales y que, por ello, tiene a la Auditoría Superior de la Federación investigando qué pasa con las finanzas de Veracruz.
Ante este escenario que, se sabe, tiene preocupados no sólo al presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sino al mismo presidente Peña Nieto, la oportunidad de marcar una diferencia no debe de pasar por alto.
La necesidad de combatir la corrupción la ha señalado el presidente Peña Nieto desde que era candidato. Hoy lo que ocurre en Veracruz representa la oportunidad para él y para el PRI de demostrar que la lucha contra la corrupción no es sólo retórica.
El Presidente y el PRI tienen que enviar una clara señal de que desfalcos como el que ocurre en Veracruz no son tolerables, si es que pretenden ser competitivos en las elecciones del año próximo para no perder Veracruz en 2018.
El gobierno debe investigar la administración de Javier Duarte hasta las últimas consecuencias y el PRI debe valorar si le conviene mantener a otro gobernador corrupto dentro de sus filas de militantes.
Si el PRI y el gobierno federal no quieren aprovechar la oportunidad que Duarte les está dando, seguramente el PAN podrá hacerlo.
La moneda veracruzana está en el aire.
Twitter: @AnaPOrdorica