Por Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Atender y entender a un anciano, es un privilegio de vida,
y si lo haces con vocación, amor y respeto,
la misma vida te lo recompensa tarde o temprano.
Lladó Zaida, 2014
Me era difícil escribir algo a los ancianos con motivo de la fecha en que anualmente se les recuerda: 28 de Agosto– sobre todo estando tan reciente el fallecimiento de mi madre–, pero en honor a ella y a tantos ancianitos que nos necesitan todos los días, les dedico este artículo donde me permito retomar algunas perspectivas teóricas que han estudiado esta etapa en la actualidad. Quizás a partir de ellas, podamos entender aún más lo importante que son los ancianos, en la vida de cada individuo, en la familia y en la sociedad. Porque independientemente de que sean miembros pasivos o activos de la misma, siempre representarán un fuerte grupo poblacional que posee características específicas que lamentablemente están desaprovechadas en nuestro país, que no en otras culturas, donde se privilegia la edad avanzada como símbolo de arraigo cultural y de ejemplo.
Distinguir explicaciones científicas con respecto a las populares en el tema de la vejez, obliga a adentrarnos un poco más a las conceptos y dimensiones que alcanza el fenómeno y la forma de abordarlo, para lograr que a partir de ese conocimiento, se distingan los aspectos que impiden o facilitan el que éstos sean tratados con afecto y dignidad. Pero hablemos de algunas perspectivas teóricas:
1.-La teoría de la modernización.-Se caracteriza en estudiar el proceso de la modernización en relación a la ancianidad y se le atribuye al aumento de la proporción de la población anciana sobre el total, resultado de la extensión de la educación, la esperanza de vida, la sustitución del modelo de familia extensa por la nuclear, el virtual proceso de urbanización, etc., que producen un efecto combinado de la disminución de la valoración de la vejez. Por lo tanto la conclusión de esta teoría es que a medida de que aumenta el grado de modernización de las sociedades, disminuye la valoración social de la vejez. (Pérez Ortiz, 1997).[1]
La limitación de esta teoría está, en que tiende a homogeneizar a los ancianos sin tomar los indicadores culturales o regionales, siendo que en algunos países, se privilegia y reconoce su presencia.
2.- La teoría de la influencia generacional.-Misma que considera el criterio generacional, como indicador de una permanente lucha o relación de conflicto potencial entre generaciones, que en la actualidad tiende a resolverse a favor de los jóvenes y en detrimento de las generaciones más viejas, mismas que por lo general se ven relegadas a las últimas posiciones, ocupaciones o roles sociales. Esta teoría toma en cuenta las cohortes[2] , es decir que a medida que la sociedad cambia y establece los límites cronológicos, separa los grupos de edad y establece valoraciones positivas y negativas por razón de pertenencia a estos grupos.
Lo que explica que, quienes hoy son jóvenes habrán de experimentar una vejez muy diferente a la que viven los viejos de hoy. Y esto, lo deben tomar en cuenta los jóvenes, para bien o para mal. Por ejemplo: hoy tenemos en los jóvenes más enfermedades crónicas degenerativas o emocionales, que jamás lo sufrieron los que hoy son ancianos cuando vivieron su juventud. Lo cual quiere decir que los viejos del mañana que son los jóvenes de hoy, sufrirán las influencias o consecuencia de los condicionantes ambientales, culturales, sociales, emocionales, etc., del presente.
3.-La perspectiva del ciclo de vida.-Que acepta que la vejez, es una etapa más en el proceso total de la vida. Es decir, esta etapa no implica una ruptura en el tiempo, ni el ingreso a una etapa terminal sino que es parte de un proceso, donde el individuo continúa interactuando con la sociedad, de la misma manera –por decirlo así–, que en las etapas de desarrollo anteriores. En este caso la vejez toma importancia porque no se toma como diferente, sino como parte de un proceso natural y donde las normas, los roles, las expectativas, y el estatus de los ancianos, no son motivo de exclusión social. La misma perspectiva permite también valorar la utilidad de la experiencia, como un bagaje importante de conocimientos que pueden ser útiles a la cultura y al medio social, económico y político y a favor de la solución de los problemas presentes y futuros, que los jóvenes deben aprovechar.
4.-Las teorías controversiales, tales como la de Cumming y William: el retraimiento o desvinculación y su contraparte, la formulada por Robert Harvighurst: la teoría de la actividad y, finalmente, la teoría del vaciado de roles[3].
La teoría del retraimiento o desvinculación, que sostiene que la vejez conlleva inevitablemente la disminución de la interacción entre el individuo y la sociedad y que esto –visto desde el punto de vista del mejoramiento de la persona mayor—es factible, pues permite a través del retiro o jubilación desligarse de una serie de actividades y responsabilidades.
Pero en contra peso a lo anterior esta la teoría de la actividad, cuyo fundamento central se basa en que el envejecimiento normal no implica necesariamente la pérdida de aptitudes y menos de la capacidad para estar activo, por lo tanto un envejecimiento satisfactorio consiste en permanecer como en la edad adulta (Bazo, 1990)
Por último, la teoría del vaciado de roles, que establece que al desligarse la “persona mayor” de obligaciones o el de vivir una viudez, le permite más libertad para decidir –con consciencia y madurez suficiente, asumir otros roles o dar el giro que desee a su vida en adelante y ello pueda favorecer a su existencia, motivándole mantenerse en condiciones óptimas mentales y físicas hasta el final de sus días. Por eso, es factible que en esta etapa muchos personas ancianas quieran buscar la compañía de una pareja para sentirse bien y llenar ese vacío que deja la ausencia de los hijos, nietos e incluso la de la persona con la que compartieran su vida y que ya no está. Lo cual es comprensible.
En suma, lo anterior lo he mencionado para resaltar cuán grande es el mundo del anciano, que no sólo implica estudiarlo sino también obliga aplicar todo ese conocimiento en su beneficio.
Por lo tanto concluyo, con lo siguiente:
Al igual que cualquier miembro de otro grupo, las personas ancianas o de edad mayor pueden, “potencialmente”, experimentar su vida en un total estado de bienestar físico, psicológico y social; esto significa que no existen razones para suponer a priori que una persona anciana sana, no puede aspirar a su máximo bienestar solo por tener cierta cantidad de años. Del mismo modo –que un niño o joven sano–, está expuesta a los mismos riesgos que pueden incidir en la merma de este bienestar.
El grado de bienestar de las personas, sean jóvenes, adultas o adultas mayores, está determinada por tres factores básicos: las condiciones de salud, la situación económica y el apoyo social que reciba. Y esto último es muy importante, porque no todos saben dar apoyo social y efectivo al anciano, no todos saben involucrarse en su mundo. Y al no preocuparse por saberlo, se están perdiendo la oportunidad de obtener una lección de aprendizaje valiosa, que ofrece mucho, ya que algún día nos tocará demandar de las nuevas generaciones esa compañía, cariño y comprensión.
Por lo tanto, no es la edad la que conduce a la vinculación o desvinculación social sino las circunstancias asociadas a la cultura de la solidaridad entre los seres humanos, en espacial hacia al anciano, entre ellas: la educación hacia el conocimiento de sus necesidades, la eliminación de prejuicios acerca de su inutilidad y el fomento al respeto que se le debe dar como un ser –cuya fuerza física puede mermar con el tiempo—pero la sabiduría y la consciencia jamás.
Por eso hoy afirmo lo siguiente: el anciano es tan importante para la sociedad, como cualquier otro, y no debe ser limitado a un objeto pasivo y sin valor. Por eso siempre en esta fecha, me apresuro a escribir sobre el significado de esta etapa, porque quienes hemos tenido en nuestras manos la atención de un anciano y hemos procurado darle lo mejor para su existencia hasta el último suspiro, podemos afirmar con conocimiento, lo mucho que significó haber disfrutado de su compañía y lo que enriqueció a nuestras vidas sus enseñanzas y amor recibidas.
Gracias y hasta la próxima
[1] Pérez Ortiz, Lourdes (1997), Las necesidades de las personas mayores. Vejez, economía y sociedad.
INSERSO. Madrid, España
[2] La cohorte de nacimiento, corresponde a personas nacidas aproximadamente al mismo tiempo, que permite llevar a cabo una doble referencia. Primero, aludir al grupo de individuos que envejecen en etapas históricas específicas o particulares y luego hacer referencia a los individuos que son miembros de cohortes sucesivas y ocupan roles y status diferentes en función a la edad y en períodos de tiempo secuenciales.
[3] Aranibar Paula, (2001) Acercamiento conceptual a la situación del adulto mayor en América Latina, CEPAL, CELADE, Fondo de población de naciones unidas.
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